Luis Eduardo Aguilar Vásquez, Departamento de Sociología y Ciencias Políticas
Cuando se observan los medios de comunicación, el fútbol
abarca la mayor cantidad de espacios
en El Salvador en cuanto a cobertura
deportiva (sobre todo en este último mes donde se llevó a cabo la copa del
mundo ganada por Alemania). Existen muchas posturas positivas y negativas hacia
este deporte, y la idea es hacerlas explícitas para demostrar ¿para qué puede
servir el fútbol?
Este popular deporte tiene varias funciones, para algunos es
un simple juego y para otros una forma de ganarse la vida. Otros lo usan como
negocio o lo siguen como ideología que llega a considerarse una pasión casi
como una religión. Lo anterior nos permite reconocer que el fútbol forma parte
del mundo actual ya sea en mayor o menor importancia.
Para quienes nos gusta podemos identificar una serie de
situaciones consideradas como positivas, ya que en él se mezclan las alegrías,
tristezas y luchas de los seres humanos tal como en la vida diaria. Además, se
puede también reconocer que en el fútbol como en la vida a veces la malicia- y
hasta en algunos casos la trampa- hace ganar al oportunista y no al que parece
merecerlo. El fútbol puede representar ese lugar donde se exige que se me trate
con respeto y en igualdad de condiciones y que es como la vida misma:
emocionante ó aburrido, predecible o sorpresivo… en fin lleno de posibilidades.
En ese sentido, el fútbol puede ayudarnos a entender la naturaleza humana, es
más el fútbol para eso debería de servir.
Sin embargo, en el aspecto negativo el fútbol sobretodo el
profesional ha actuado muchas veces como legitimador de la desigualdad social,
o incluso causante de alienación. Puede ser que la profesionalización del juego
lo haya convertido en negocio, donde los poderosos observan la posibilidad de
sobrepasar los límites de lo puramente deportivo aprovechando la pasión de los
jugadores y los aficionados. Es ahí dónde surge el problema.
El fútbol se ha convertido en instrumento de algunos grupos
de poder. Ya que las personas necesitan
creer en algo y el fútbol les permita soñar con una gloria ficticia (al menos
para los aficionados), pero que nos aleja del entendimiento de las demandas
sociales. Por ejemplo, la afición al fútbol no debe de impedir la exigencia del
derecho a grandes mayorías de la población a una vida larga y saludable, a una
educación ó a obtener un mejor ingreso, ni mucho menos a la resignación de
vivir en pobreza y miseria.
Si el fútbol entorpece el entendimiento de mi derecho humano
y el derecho humano de las grandes mayorías, entonces el deporte actúa como un
adormecedor de los problemas. Por tanto, entendemos que el fútbol puede servir
tanto para entender la naturaleza más profunda del ser humano, así como para
alejarnos de esta.
La idea es que el fútbol ni ningún deporte puede ser
justificador de la desigualdad social más allá de lo deportivo en ningún
aspecto y eso lo debemos tener claro sobre todo a aquellos a los que nos gusta
este deporte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario