POLÍTICA DE USO

La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y la Maestría en Ciencia Política no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los autores, las cuales son de su exclusiva responsabilidad.

martes, 24 de junio de 2014

El fútbol como parte integral del desarrollo humano.

Moisés Gómez, Departamento de Filosofía.


"(...) la verdadera verdad de las cosas
es que nosotros éramos gente de acción
a nuestros ojos el mundo se reducía
al tamaño de una pelota de fútbol
y patearla era nuestro delirio
nuestra razón de ser adolescentes"[1]

Siendo tan importante el fútbol y en general el deporte para el desarrollo humano de cualquier sociedad, es lamentable que algo tan esencial al ser humano sea reducido a mera mercancía por el capitalismo deportivo manifiesto en la alianza televisión-deporte-espectáculo-empresa.

No siempre ha sido así. En la antigua Grecia la paideia o educación incluía un trabajo físico e interior conocido como gimnasia y esta no era menos importante que la música y las matemáticas[2] para educar el intelecto. Aunque los griegos le concedían mayor relevancia a la formación racional jamás descuidaron la formación del cuerpo; ambas contribuían a tener ciudadanos de mens sana in corpore sano, tal como rezaba el dicho romano.

Esta fórmula educativa era vital para la polis griega a tal punto que una vez que Atenas fue derrotada por Esparta, los líderes políticos atenienses pusieron sobre el tapete de discusión una especie de reforma educativa (otra paideia) que enfatizara más la disciplina del cuerpo como lo hacía la república vencedora de Esparta:

Se abría paso la convicción de que Esparta no era tanto una determinada constitución como un sistema educativo aplicado hasta sus últimas consecuencias. Su rigurosa disciplina era lo que le daba su fuerza[3].

Según parece, Atenas no alteró su forma de educar a los ciudadanos y siguió apostándole a la educación física y espiritual de una forma bien equilibrada. La paideia griega podría darnos pistas para colocar la actividad física deportiva a su verdadero propósito que no es otro que construir Estados fuertes con la participación de una ciudadanía responsable. Por esta razón jamás pasó por la mente griega dejar la actividad física y su desarrollo a la iniciativa privada al margen del interés del Estado.

¿Qué hacía el Estado griego antiguo para apoyar la formación física de sus ciudadanos? Les guste o no les guste Grecia impuso la liturgia, que venía a ser una especie de contribución del ciudadano pudiente, a favor de obras públicas o bien servía para pagar salarios de funcionarios del servicio público. Jenofonte nos explica para qué servía este impuesto:

Además, veo que la ciudad te ha impuesto ya grandes contribuciones: el mantenimiento de un caballo, la coregía, la gimnasiarquía y la aceptación de presidencias: en caso de declararse una guerra, estoy seguro de que te impondrían los gastos de una trierarquía y unos gravámenes tan grandes que no podrías soportarlos fácilmente[4].

Más allá de construir espacios deportivos con los recursos privados, las liturgias constituían lo más parecido a una política fiscal. De esta manera la ciudad tenía la capacidad de contar con los recursos de los ciudadanos más ricos para sufragar cualquier gasto de interés público, como era el caso del pago del gimnasiarca o administrador del gimnasio. El fin de la pseudo política fiscal estaba en función de contar con los medios económicos para garantizar la salud del ciudadano. No se trataba de la construcción de gimnasios sin más, se buscaba un resultado de beneficio social: la salud de la ciudad. Recordemos que para los griegos la polis y el ciudadano constituían un solo cuerpo político.

¿Qué pasa hoy con el deporte y la política del Estado respecto de ello? Parece que se ha invertido la cosa. Ahora hay que dar dinero público a los empresarios del deporte. El capitalismo deportivo mundial que agrupa las federaciones nacionales e internacionales de los deportes p.e. FIFA, COI; las industrias mediáticas p.e. ESPN, FOX SPORT; las empresas alimenticias p.e. Redbull, Gatorade; fabricantes como Adidas, Nike; la industria del Fitness entre otros grandes inversionistas y mercadólogos del negocio de la actividad física. Pues bien, resulta que todos los actores anteriores han elaborado una ideología que postula que el desarrollo de la actividad física deportiva de la persona está por encima o al margen de las dinámicas políticas de los países y de los intereses sociales.

Ahora bien, eso es una falacia y para desmontar esta falacia urge que el Estado re-politice la actividad física deportiva y su desarrollo en su función primaria y humanizante; en este sentido es una pena que en Brasil, Dilma Rousseff  le haya seguido el jueguito a la FIFA cuando en una carta abierta, dirigida a todo Brasil, afirmó que:

"Yo y mis compañeras de celda nunca tuvimos dudas y todas hinchamos por Brasil, porque el fútbol está por encima de la política (…) La selección brasileña representa nuestra nacionalidad, está por encima de gobiernos, partidos, e intereses de cualquier tipo”[5].

O sea que en nombre de la selección de Brasil y del mundial hay que olvidar que todo el evento es injusto, que exige sacrificios humanos. Sabemos que para organizar el evento implicó obreros muertos por la ausencia de medidas de seguridad en el sitio de trabajo; construcción de instalaciones sin considerar el impacto ambiental; aplicación de medidas tipo higienismo social (limpieza de favelas…); disolución violenta por la policía de marchas organizadas por colectivos que siguen oponiéndose al evento; detenciones de líderes sin debido proceso, etc.






En todo este evento, así como en otros similares, la alianza tv-deporte-espectáculo-empresa del capitalismo deportivo es la única que gana como reflejan los datos siguientes:

Mundial Alemania 2006
Mundial Sudáfrica 2010
Ingresos[6]
$ 3,193.65
$ 4,189
Gastos
$ 984.47
$ 3,558
Ganancia
$2,209.18
$ 631
Mientras la FIFA se llena los bolsillos,en cambio, en Brasil la inflación sigue imparable, los precios suben exageradamente y las expectativas de crecimiento que tenía el Banco Central de Brasil bajó de un 7.5% a un modesto 4% [7]. Y por cierto, en 2016 será Río de Janeiro la sede de los Juegos olímpicos…pobre Brasil.

Hemos visto que desde la antigüedad, la actividad física deportiva formaba parte de la educación y el responsable en esa gestión era el Estado y no la empresa privada. Esta puede y debe contribuir con recursos, no por ello debe dictar la orientación y mucho menos manipular una acción humanizante para obtener lucro a toda costa.

Es de vital importancia que el Estado salvadoreño, dentro del margen de maniobra que pueda, retome el desarrollo de las actividades físicas y deportivas y lo haga a través de políticas públicas encaminadas a recuperar el fin político y social del deporte. En este sentido sería pertinente evaluar si es políticamente correcto la asignación de fondos públicos para entidades teóricamente “públicas” pero en la práctica organizaciones privadas como la Federación Salvadoreña de Fútbol; hay que valorar si todavía se debe asignar fondos a las distintas federaciones socias del Comité Olímpico Internacional (COI) que usan los deportes como excusas para generar riqueza privada a costa del erario público

¿No será mejor apoyar con fondos públicos la actividad física comunitaria donde el capitalismo deportivo todavía no ha metido manos?


[1] Parra N Hojas de parra. Consultado en línea: http://bit.ly/SGwe3l
[2] Platón: La República en Diálogos. Ed. Porrúa, México, 1975. Pág. 490
[3] Jaeger W. Paideia: los ideales de la cultura griega. FCE, México, 2001.Pág. 14 En línea http://bit.ly/1udpXIK
[4] Naquet, P & Austin, M Economía y sociedad en la antigua Grecia; Paidós Ibérica, 1986.
[5]Declaraciones a la agencia AFP publicadas en Diario digital Ovación Digital el 15 de junio 2014 ver aquí: http://bit.ly/1uLYaiT
[6] Elaboración propia en base Informes de finanzas 2006 y 2010 de FIFA disponibles en http://fifa.to/1p0QDzq y  http://fifa.to/1p0QLil
[7] Según Luis Fernandez, Secretario general de la Copa Brasil 2014, ver más aquí: http://es.pn/1iSIiFO

                                                                                                                                     

jueves, 12 de junio de 2014

“UN GRAN PODER CONLLEVA UNA GRAN RESPONSABILIDAD” [1]

Carlos Monterroza, Departamento de Sociología y Ciencias Políticas 
 
Debo anticipar que este artículo de opinión, motivado por el contexto actual,  se delimita a las atribuciones de poder político-institucional que asume un presidente; aunque sería ingenuo considerarlas como las únicas que inciden en la vida de los ciudadanos y ciudadanas.  Lo cierto es que en la sociedad convergen expresiones de poder económico, armado, mediático con capacidad suficiente para influir en las acciones y decisiones del presidente junto a su gabinete. Esperamos ampliar este tema en futuras entradas del blog, por el momento lo delimitaremos al ámbito gubernamental. 

En ese caso, en nuestro país la figura del presidente de la república concentra importantes atribuciones de poder político-institucional y simbólico. La persona que obtiene dicho cargo se convierte en el jefe de gobierno que nombra y remueve a los ministros y viceministros; coordina las acciones de las diversas secretarías, ministerios e instituciones autónomas, así como otras atribuciones que establece el artículo 168 de la constitución y el reglamento interno del órgano ejecutivo. 

Fuente: Presidencia de El Salvador (2014)
Pero dadas las características de nuestro sistema, el presidente también asume la jefatura de estado que además de la representación en el exterior tiene una connotación simbólica ante la comunidad política del país. Una muestra retórica se observa en los discursos de toma de posesión cuando los presidentes evocan a la unidad, resaltan la figura del “pueblo” o promueven la construcción de acuerdos sociales; Salvador Sánchez Cerén lo mencionó el primero de junio: 

“Juntos podemos crear grandes oportunidades para el país. A través de la unión de todas las fuerzas productivas, económicas, políticas y sociales podremos hacer frente a estos temas. Porque, les vuelvo a repetir, unidos crecemos todos […] No olvidemos que somos un solo pueblo. Una sola patria, donde cada uno de nosotros merece la oportunidad de vivir feliz y en paz…” [2]    
                       
Es evidente que en el transcurso de una gestión presidencial tanto las atribuciones institucionales como las simbólicas tendrán sus traslapes y existe la posibilidad que en varios momentos predomine la figura del jefe de gobierno, en especial cuando las circunstancias (propuestas de ley, toma de decisiones o implementar proyectos claves) así lo ameriten. Pero eso solo lo podremos observar en el transcurso de esta gestión presidencial.

 
La forma de gobierno presidencialista le otorga al presidente la legitimidad de sus acciones proveniente de su respaldo en las urnas así como las facultades institucionales para echar a andar su proyecto político (sin obviar los respectivos controles del Órgano Legislativo que inspiran la teoría de pesos y contrapesos) aunque eso también le implica al jefe de gobierno asumir responsabilidades a título individual como compartidas. 
 
En el primer caso -aunque resulte genérico y hasta romántico para algunos- el presidente, como jefe de gobierno asume responsabilidad de las decisiones[3] que tome ante las personas que votaron por él (o su partido). Será hasta el proceso electoral de 2019 cuando las personas que le apoyaron valorarán si cumplió o no sus expectativas para premiarle apoyando nuevamente a su partido o castigándole votando por otro candidato, también considerando la opción de no participar en el proceso electoral. 

Fuente: Presidencia de El Salvador (2014)
En la responsabilidad compartida -de las políticas implementadas- le acompañan al presidente otras instancias que componen el Órgano Ejecutivo: Las Secretarías de Estado dirigidas por Ministros (con colaboración de vice-ministros); El Consejo de Ministros (conformado por el Presidente, Vicepresidente y Ministros); las Secretarías de la Presidencia (unidades de apoyo al servicio de la presidencia) y los empleados (directores, técnicos y operarios) que trabajan en las diversas organizaciones a cargo del gobierno.  


Claro, el jefe de gobierno y su equipo de trabajo asume responsabilidades, pero ¿Cuáles son? Y ¿Ante quienes debe cumplir esas responsabilidades? En este momento es prematuro formular respuestas a ambas interrogantes, pero sí es posible provocar en los lectores una reflexión siguiendo dos ideas: la primera relativa a los compromisos adquiridos por el presidente y vicepresidente cuando en el contexto de la campaña electoral realizaron acercamientos, acuerdos y negociaciones con los diversos sectores a los cuales pidieron sus votos. Mentalmente podríamos hacer un flashback y regresar algunos meses cuando Salvador Sánchez Cerén y Óscar Ortiz difundían sus encuentros con representantes de organizaciones sociales, empresarios, cafetaleros, etc. Otra opción podría ser el plan de gobierno “El Salvador adelante”[4] porque ahí están enunciados y enumerados los compromisos (son 85) que el presidente (y su partido) asume en su cargo. 

Con la segunda idea, ¿quiénes son los destinatarios de esa responsabilidad gubernamental? En principio podríamos pensar que son las personas que votaron por Salvador y Óscar, aunque identificar ese cuerpo de electores resulta imposible por lo tanto serán aquellos que insistan, demanden por el cumplimiento de lo pactado. Aunque, estarán otras personas, grupos y organizaciones que no les votaron pero que ejercen presión política para que sus intereses se vean expresados en las medidas gubernamentales.   
   
Debo advertir que estas “pistas” sean consideradas con cautela, porque en definitiva serán las acciones emprendidas diariamente las que permitirán evidenciar si realmente los compromisos asumidos cumplen con la responsabilidad de sus cargos y quiénes resultan como beneficiarios. 



[1] Traducción de la frase escrita en 1945 por Franklin D. Roosevelt en el borrador de un discurso que estaba preparando en conmemoración del día de nacimiento de Thomas Jefferson (13 de abril): “Today we have learned in the agony of war that great power involves great responsibility”. Para consultar la versión borrador del discurso referirse a: http://www.fdrlibrary.marist.edu/daybyday/event/april-1945-4/ 

[2] Extracto tomado del discurso de Salvador Sánchez Cerén en la toma de posesión presidencial el 1 de junio de 2014. Consultar en: http://www.presidencia.gob.sv/discurso-prof-salvador-sanchez-ceren-presidente-de-la-republica/

[3] Decisiones expresadas en decretos ejecutivos, Iniciativas de ley a través de sus ministros, observaciones y vetos, sanción de leyes.   


[4] Se puede consultar el documento en el siguiente enlace: http://www.presidencia.gob.sv/wp-content/uploads/2014/06/478601347_doc-audio.pdf


martes, 10 de junio de 2014

Dos discursos de Toma de Posesión, en perspectiva

Manuel Escalante, Departamento de Ciencias Jurídicas

Las comparaciones son odiosas, en ocasiones. Sin embargo, cuando se está frente a dos gobiernos: uno entrante y otro saliente, resulta necesario observar tanto los aspectos similares como los disimiles. Aunque es imposible comparar sustancialmente la labor del Presidente Funes –el saliente– con la del Presidente Sánchez Cerén –el entrante–, hoy por hoy, pues se está frente a dos realidades distintas: el primero estuvo en el cargo durante 1826 días aproximadamente, mientras que el segundo solo lleva un poco más de 15 días, lo cierto es que es posible comparar las ideas expuestas en el inicio de sus periodos presidenciales, a través de sus respectivos discursos de Toma de Posesión[i].

Si bien se necesitan más que palabras para cambiar la realidad de un país, pues estas se las lleva el viento, es innegable que estos discursos sirven como parámetros para entender cómo concibe el nuevo gobernante tanto la realidad del país (temas sensibles o problemas a resolver) como la dirección que habrá de seguirse (oportunidades o acciones a implementar) para transformarla en beneficio, en principio, de la sociedad. De la radiografía de la realidad y de las propuestas planteadas, incluso, es posible comprender la forma en que el gobernante percibe el bien común; lo que, sin duda, puede cambiar a lo largo del periodo presidencial.

El discurso de la Toma de Posesión no genera más que expectativas, pues solo el tiempo dirá si el camino trazado es realmente el seguido –al lector de estas líneas le corresponderá evaluar si el Presidente Funes cumplió con lo prometido en su discurso inaugural–. No obstante, estas expectativas son importantes pues determinan la actitud de la sociedad, o parte de ella, en sentido positivo o negativo, hacia la Presidencia de la República, máxime cuando el nuevo gobernante llama a tomar Acuerdos de Nación con todos los sectores políticos, económicos, sociales, religiosos y culturales.

Para muestra un botón: mientras los diputados de ARENA que integran la Junta Directiva de la Asamblea, por un lado, le dieron la espalda al Presidente Funes cuando este llegó a la mesa de honor de la Sesión Solemne, por el otro, recibieron efusivamente con abrazos al Presidente Sánchez Cerén. Un hecho que muestra un antes y un después con respecto de la actitud del partido ARENA, el principal de oposición, frente a quien ostenta la Presidencia de la República.

A continuación se comparan algunos temas sensibles o problemas a resolver que ambos se plantearon al inicio de su periodo, así como algunas oportunidades que identificaron o las acciones que se propusieron implementar, a largo de sus 5 años de su Presidencia.

Construir Acuerdos de Nación
Presidente Funes
Presidente Sánchez Cerén
La unidad nacional para construir un nuevo país desde el compromiso colectivo, “sin odio y sin resentimiento”.
La construcción de acuerdos de nación, para resolver los problemas y contribuir a las transformaciones estructurales.
El diálogo nacional como estrategia de desarrollo: creación del Consejo Económico Social (CES), integrado por los principales sectores económicos y sociales del país.
La creación de “núcleos ciudadanos conformados por sacerdotes católicos, pastores evangélicos, empresarios, trabajadores [y] académicos”, para alcanzar los acuerdos de nación.
La  reconciliación nacional, superando “nuestro complejo de víctimas, porque eso alimenta el odio, la autoconmiseración, el revanchismo y las disculpas fáciles”.
La reivindicación de la memoria histórica, para ayudar “a que las familias conozcan la verdad”.

Ambos estimaron necesario hacer un llamado a la Unidad Nacional o a la construcción de Acuerdos de Nación. Sin embargo, mientras el Presidente Funes pensó en institucionalizar la concertación a través del CES, parece que el Presidente Sánchez Cerén promueve la articulación ciudadana en pequeños agrupaciones, pero siempre con el mismo objetivo de alcanzar acuerdos. Finalmente, mientras parece que el primero hace un llamado al perdón y olvido con respecto a nuestro pasado bélico, el segundo llama a no olvidar esa historia ni a sus protagonistas. Incluso mencionó de forma explícita a “los soldados y oficiales del ejército que murieron en cumplimento de su deber”, al mismo tiempo que le brindó un reconocimiento “al querido líder Schafik Jorge Handal y a mi maestra y compañera de lucha Mélida Anaya Montes”; antes de finalizar su discurso, también agregó que “es tiempo de asumir la responsabilidad con las personas lisiadas y los excombatientes”.

Combatir la Delincuencia.
Presidente Funes
Presidente Sánchez Cerén
“Nuestra democracia se encuentra acechada por las fuerzas oscuras del narcotráfico y el crimen organizado, por las acciones de la delincuencia”.

“Vamos a enfrentar todas las formas de delito, en especial el crimen organizado y su rostro más dantesco, el narcotráfico”.
“La seguridad ciudadana requiere que trabajemos unidos contra el crimen organizado, el narcotráfico, las extorsiones y toda expresión de violencia… La Fuerza Armada continuará acompañando las labores de la Policía Nacional Civil”.
“Daremos todo nuestro apoyo a los buenos policías que son mayoría en nuestro órgano de seguridad, pero identificaremos y castigaremos con rigor a aquellos pocos que se desvíen de su función y se vuelvan cómplices de estos criminales. Es así, en forma gradual y localizada, que el narcotráfico comienza a infiltrarse y transforma gobiernos y gobernantes en sus rehenes”
“Fortaleceremos y continuaremos la depuración de la PNC”.

“Modernizaremos el sistema penitenciario para revertir las condiciones de hacinamiento y convertir en nuestros centros penales en verdaderos espacios de rehabilitación. Combatiremos el ocio carcelario con un esquema de trabajo que capacite a los internos para que puedan incorporarse a actividades laborales y a una plena reinserción en la sociedad”.


El combate al crimen organizado y al narcotráfico son problemas estructurales que afectan la seguridad ciudadana día a día, por ello no es extraño que ambos Presidentes los mencionaran de forma directa. Como también es lógico que prometieran la depuración de la Policía Nacional Civil, pues al ser la institución al frente en el combate contra la criminalidad corre el peligro de ser infiltrada –tal como señalaba el Presidente Funes–. Ahora bien, después de cinco años es obvio que han aparecido nuevos retos a enfrentar, tales como el combate a la extorsión, el uso de la Fuerza Armada en tareas de Seguridad Pública y la transformación del sistema carcelario en un verdadero espacio de reinserción. La extorsión es un problema que no solo afecta la libertad y seguridad de las personas, sino también el normal desarrollo del comercio: es un mal que daña tanto a quien extorsionan como a la sociedad en su conjunto. Aunque el Presidente Funes aumentó el número de efectivos militares en el acompañamiento de la policía, nada dijo al respecto en su discurso inaugural; sin embargo, el Presidente Sánchez Cerén inició prometiendo que mantendrá a los militares en la calle. Por su parte, la urgente transformación del sistema carcelario ya no se puede ignorar. De nada sirve enviar a prisión a los delincuentes, ella solo les sirve para mejorar sus acciones delictivas cuando estén en libertad. Finalmente, llama la atención que en ambos discursos no se hizo ninguna referencia explícita a las maras o la tregua, cuando mediáticamente se mantiene como el tema del momento.

Fortalecer las Finanzas Públicas.
Presidente Funes
Presidente Sánchez Cerén
Implementar “un programa de austeridad, con una fuerte restricción del gasto superfluo evitar gastos superfluos”.
“La ética de los favores tiene que ser sustituida por la ética de la competencia sana y democrática, transparencia, combate a la corrupción y a todas las formas de despilfarro y desvió del dinero público, serán cosas sagradas en nuestro gobierno”.
Ejercer “la Presidencia con honradez, austeridad, eficiencia y transparencia”.

“Los recursos del pueblo son sagrados y sólo se utilizarán para favorecer el desarrollo y el bienestar del mismo. Tal como se hizo en este gobierno, continuaremos con el compromiso de no más corrupción”.
Implementar un “programa de combate a la elusión, a la evasión, al contrabando y a la corrupción: “se han distorsionado la función pública al consentir la corrupción en el aparato del Estado”.
“El proceso de modernización del Estado tendrá como base un férreo combate a la corrupción, a la evasión de impuestos y a la elusión fiscal”.
Ahorrar recursos mediante la racionalización y focalización de los subsidios.


La aplicación efectiva de la austeridad y la transparencia, así como el combate a la elusión, la evasión y la corrupción, son medidas aún pendientes dentro de la administración de las Finanzas Públicas. Sin duda, la corrupción y el mal uso de los recursos son problemáticas estructurales en el uso del dinero público, que están impidiendo el desarrollo económico y social del país. Aunque corregir la mala administración es un asunto necesario, sobre todo por los ejemplos que transmite dentro de la sociedad, no es suficiente para mejorar la situación económica nacional. Por otro lado, llama la atención que el Presidente Sánchez Cerén no mencionara de forma explícita al contrabando y la racionalización de los subsidios: su ausencia o fue un desliz en la construcción del discurso, o fue porque –ojalá no– se consideran problemáticas ya resueltas.

En fin, son muchos los temas que se podrían comparar (fortalecimiento de la integración, modernización del Estado, mejoras a la situación económica, etc.), sin embargo los antes analizados pueden ser suficientes para hacerse una idea que, prácticamente, tanto en los 5 años anteriores como en los próximos, el Presidente de la República se enfrenta a problemáticas similares –o por lo menos así lo conciben estos Presidentes–. Si bien estos periodos presidenciales se enfrentan a problemáticas similares y, al parecer, tomarán acciones cercanas, todavía es muy prematuro para afirmar que ambos tendrán el mismo final. Máxime si tomamos en cuenta que las expectativas de la sociedad aumentan o disminuyen, en relación directa con las acciones u omisiones del Presidente en su día a día. Al Presidente Sánchez Cerén aún le queda mucho camino para demostrar que efectivamente Mons. Romero “guiará a este nuevo gobierno”.

jueves, 5 de junio de 2014

Con derecho a soñar un mejor El Salvador

Carlos Mauricio Hernández, Departamento de Filosofía

El 1 de junio de 2014 quedará en la historia de El Salvador marcado por el ascenso al poder Ejecutivo por la vía de la legalidad, quien en el pasado fue parte de una organización que pretendió alcanzarlo por la vía armada. Salvador Sánchez Cerén es ya el presidente constitucional de esta república centroamericana que viene de años de dura represión política por parte de gobiernos militares, de una cruenta guerra civil que se produjo entre otros factores, por el cierre de espacios políticos a personas con pensamiento o ideología política distinta a la de quienes estaban en el poder con una clara postura de derecha tradicional. La intolerancia a quienes abiertamente se declararon –con legítimo derecho– de izquierda (comunistas, marxistas, etc.) no permitió que se abriera un conflicto entre ideas, sino que se inició la descalificación para pasar luego a la criminalización y por último a la eliminación física de líderes cuyos ideales políticos se enmarcaron en el sueño de hacer un El Salvador distinto, más justo, más armonioso y en donde todas las personas tuvieran la oportunidad de desarrollar a plenitud sus potencialidades.

Por extraño que parezca, venimos de una realidad histórica en donde desde el Estado o con la venia del Estado se atacó la vida de una parte de la ciudadanía (se permitió la existencia de grupos paramilitares para desaparecer o asesinar a líderes políticos de izquierda,  no se investigó como debería crímenes de esa humanidad como el de Mons. Romero en 1980). Fueron especial blanco aquellas personas organizadas en movimientos populares o sociales, no porque quisieran apoderarse del país o por ser terroristas, sino porque como en cualquier democracia del mundo, quisieron hacer política. Tenían todo el derecho de hacerlo, pero la insensatez  junto al temor del “fantasma del comunismo” y de tildar de comunista cualquier expresión política de transformación de la realidad le hizo un enorme daño al país.

Así lo alcanzó a dilucidar Ignacio Ellacuría en el año 1979, uno de los intelectuales que no se cansó de señalar los yerros de esta situación política. En uno de sus escritos de coyuntura manifestó cómo la impunidad y la práctica estatal arrasaba con la vida de salvadoreños y salvadoreñas por razones eminentemente políticas: “No importa que hayan dado muerte a 24 maestros en los últimos meses, no importa que hayan asesinado en esos mismos meses más de trescientas personas, la mayor parte de ellas campesinos, sindicalistas, gente humilde organizada o no. Los asesinos son unos desconocidos. Pero ¿cómo pueden ser desconocidos en un país civilizado, con unos cuerpos de seguridad desarrollados, en pleno Estado de Sitio, unos asesinos de más de trescientas personas? Desconocidos, ¿para quién? (¡Basta ya de desconocidos!, Archivo Ignacio Ellacuría, caja 9, carpeta 41, n° 13, 16 de julio de 1979).
 
Una síntesis de lo que fue el último gobierno militar nos lo plantea en otro comentario de coyuntura el mismo Ellacuría, a menos de un mes del Golpe de Estado de 1979: “El gobierno se ha empeñado en que desapareciera esta situación o, al menos, en que disminuyera su gravedad. Ha gastado miles de balas en ello, ha ocasionado cientos de muertes para lograrlo. Ha declarado estados de sitio, ha promulgado leyes de seguridad y orden público, ha hecho operativos militares, ha disuelto manifestaciones a tiros; ha hecho todo lo que se puede hacer en el camino de la represión y de la fuerza. También ha intentado subir los salarios, aumentar los impuestos, preparar elecciones. Finalmente ha montado gigantescas campañas publicitarias contra el terrorismo, contra la insurrección, contra las organizaciones populares… ¿Con qué resultado? Con resultado contraproducente. (Sangre y más sangre en El Salvador, Archivo Ignacio Ellacuría, caja 9, carpeta 43, n° 5,  26 de septiembre de 1979). 

El ahora presidente de El Salvador viene de estar inmiscuido en ese contexto político. Fue tildado de terrorista por este Estado represivo, viene de formar parte de la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños 21 de junio, estuvo en la comandancia del FMLN durante el conflicto armado, ha sido uno de los firmantes de los Acuerdos de Paz, ya ha ocupado cargos de elección popular como diputado de la Asamblea Legislativa y en los últimos años ha estado en la comisión política de su partido. Por ello, carga sobre sus hombros los ideales por los cuales muchos de sus compañeros y compañeras fueron torturados, encarcelados e incluso asesinados. No debió ser así si hubiésemos tenido en el pasado una clase política con apertura democrática, de si en lugar de asesinar a quienes pensaron distinto, les hubieran tomado la palabra y desde la palestra de la discusión ideológica-política se hubieran arreglado las diferencias. 


En honor a ellos y ellas es que debe estar prohibido para el presidente y todo su gabinete de gobierno perder esa utopía de un mejor país. No fue mera casualidad que en el acto de toma de posesión, el presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, hiciera mención de algunos personajes que en aquél contexto represivo perdieron la vida por sus ideales políticos. Es pues, tiempo para soñar, tiempo para la utopía. La realidad salvadoreña invita al pesimismo, los medios de comunicación con su clara tendencia de derecha invitan a ello cada momento, las víctimas de la violencia social que aqueja el diario vivir nos puede hacer creer que no hay salida y esto es lo más peligroso y erróneo que se puede pensar.





El nuevo gobierno tiene derecho a plantearse grandes metas, a crear los mejores proyectos para enfrentar la situación global del país. Sin dejar de tener los pies sobre la tierra debe de tener la convicción profunda que esta realidad es transformable. “Lo cierto es que muchos logros de la humanidad primero fueron soñados”, escribió el ahora presidente en su libro El país que quiero (2012), donde añadió que “cuando imaginamos un futuro mejor, un Buen Vivir, estamos cargando de buen combustible nuestras ganas de trabajar y de luchar. Por ello, la utopía, como gran sueño, es un motor, un impulso, una bandera, un horizonte social” (p. 150). Que esas energías le sirvan de impulso para todo lo que de ahora en adelante salga desde este nuevo gobierno. Enhorabuena por el país y por los tantos mártires que soñaron con varios de los logros hasta ahora alcanzados y con otros que se deben alcanzar cuanto antes.

martes, 3 de junio de 2014

El insulto en la democracia de El Salvador

Luis Eduardo Aguilar Vásquez, Departamento de Sociología y Ciencias Políticas


Al hacer una observación nuestro de país no es difícil percibir acciones donde se privilegia la viveza, el soborno y/o la mentira para beneficio personal. Desde la monja salvadoreña embarazada en Roma, hasta quienes en fútbol les pagan por perder. En muchos casos parece que aquellos quienes deberían de ser “modelos de la sociedad” actúan con bajeza y pisotean los intereses de los demás. En esos momentos comienzan la guerra de ofensas y agravios hacia los “malvados” sobre todo en conversaciones dadas en familia, amigos y en redes sociales.

En estos casos, se ha confundido el tener ideología o postura ante un tema con un cheque en blanco para insultar al adversario. En estos casos, nos gusta la comodidad de la opinión sin la molestia del análisis. Cabe aclarar que ser respetuoso no significa que los que cometan errores deban de ser tratados con benevolencia, pero tampoco significa insultar indiscriminadamente a los “enemigos” y a quienes no estén de acuerdo con mi opinión.

Está “técnica del insulto” (explícito o implícito), no solo es utilizada en las redes sociales sino que grupos de poder tradicionales y medios de comunicación hacen insinuaciones amarillistas hacia el contrario, pero desprecian o ignoran la certeza de la corrupción hacia sí mismos y sus aliados. Estos “métodos” parecen formas del autoritarismo impregnados en nuestra identidad.

En este sentido, parece que la cultura salvadoreña enfatiza más en el morbo y el descrédito hacia los demás y no en la búsqueda de la verdad y la mejora propia. Interesa ver los defectos –reales o no– de los otros (aquel por los millones que se robó o al otro por las amantes y ferraris que se compró), pero la regla de la honestidad y la mesura no se aplica hacia sí mismos. En esta coyuntura surgen ciertas interrogantes, por ejemplo, ¿quiénes son los que le piden pureza a Funes, y no son capaces de expulsar Flores en su propio partido? por otro lado ¿cuántas cosas ha hecho el FMLN que había antes había criticado en Arena?
  
La misma regla debe de aplicar aquellos fanáticos de izquierda y de derecha. No es que no se deba de cuestionar a Funes, Saca o Flores (y sus etc.), pero la idea es que no se ataquen con argumentos fanáticos, ya que la persona polarizada reduce su percepción acerca del adversario con estereotipos y categorías simples de carácter negativo. Esta crítica destructiva parece que ha encontrado un espacio en las redes sociales, la misma está siendo el espacio de cultivo para esta polarización política, donde se expresa en formas sutiles o grotescas la discriminación, donde se confunde el tener ideología con insultar al otro.
Resulta despreciable el insultar con máscara de opinión (aunque la persona objeto parezca merecerlo), también lo es el asumir ser conocedor de sabiduría y justicia plena, ya que de una y otra forma nadie posee completamente la verdad. El fanático exige el respeto para sí que no es capaz de dárselo al otro, haciendo una observación selectiva de la realidad, donde les es difícil ver las virtudes del contrario. Personas que fomentan y asisten a desfiles bufos con pocos fundamentos parecen coincidir con estos perfiles tóxicos, que manifiestan este autoritarismo en nuestra identidad. Estos que atacan a Funes (algunos hasta burlándose de su dolor por la pérdida de su madre), son los mismos que se indignaron cuando se quemaron banderas de Estados Unidos el 11 de septiembre. Una gente con educación no se puede alegrar por la muerte de otra, pero parece que al fanatismo político (de izquierda y derecha) no se le puede pedir decencia.

Ante una sociedad donde en todos los niveles estamos rodeados de corrupción, violencia y nepotismo surge una pregunta ¿será que el insulto a los “malvados” es la fórmula para hacer recapacitar a aquellos que han cometido un error?