POLÍTICA DE USO

La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y la Maestría en Ciencia Política no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los autores, las cuales son de su exclusiva responsabilidad.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Para entender la responsabilidad del Gobierno en las políticas públicas…

Álvaro Artiga-González

Estamos a unos días para que el Presidente electo, Salvador Sánchez Cerén, tome posesión de su cargo. El Presidente saliente Mauricio Funes Cartagena le entregará la banda presidencial en una ceremonia civilmente religiosa. Miles de personas estarán pendientes de dicho evento a tener lugar en el Centro Internacional de Ferias y Convenciones ubicado en San Salvador. Al mismo han sido invitados representantes de diversos gobiernos. En medio del ciclo electoral 2012-2015 la organización de dicho evento no podía dejar de ser cuestionada por la oposición. El primer flanco de las críticas fue el presupuesto originalmente estimado dadas las necesidades que tiene el gobierno de reducir sus gastos.

La semana anterior a la toma de posesión ha estado llena de análisis sobre la gestión del Presidente saliente. En las diversas entrevistas matutinas y vespertinas, en radio y televisión, han desfilado los llamados “analistas” para dar sus opiniones sobre los logros y fracasos en materia de seguridad, economía, salud, educación, etc. Los medios de comunicación digitales también han estado llenos de opiniones, ya sea como editoriales o ya sea en forma de comentarios, a favor o en contra de lo “hecho por el Presidente” y de los desafíos para el nuevo gobierno.

Si ponemos atención a lo que se ha dicho y a lo que se dirá en los próximos días sobre estos asuntos, veremos que hay una tendencia a personalizar la política y las políticas públicas. Con esta tendencia casi se confunde al Presidente con el Ejecutivo, a la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa con la misma Asamblea, y a los Magistrados de la Corta Suprema de Justicia, con la Corte toda. Lo mismo pasa cuando se habla del Fiscal General de la República en términos equivalentes a la Fiscalía y al Presidente de la Corte de Cuentas de la República como la Corte de Cuentas, etc. Los miembros Titulares de las organizaciones se confunden con las organizaciones, a las que comúnmente se les llama instituciones de gobierno.

A la confusión mencionada se le agrega el recurso a una metáfora: la del gobierno monolítico. Un gobierno que es homogéneo como si no estuviera constituido organizacionalmente por varias organizaciones, cada una de las cuales tiene en su interior varias unidades y subunidades. Según la visión monolítica del gobierno, su eficacia estaría dependiendo de un principio de organización jerárquico según el cual las decisiones tomadas en la cúspide de la estructura gubernamental son puestas en práctica por los niveles operarios. En esta visión, el Gabinete —integrado por el Presidente y sus Ministros y Ministras— conformaría el estamento político del Gobierno mientras que los empleados públicos serían el personal administrativo del mismo. Aquéllos deciden con criterio político, éstos ejecutan con criterios técnicos. Si hay problemas de eficacia, es decir, si no se logran los propósitos, objetivos y metas, ello se podría atribuir a una falta de claridad en los mismos o a un problema en la transmisión de las órdenes a lo largo de la cadena de mando. Para nada se considera que se trate de un problema de coordinación interorganizacional y de integración intraorganizacional. Mucho menos se está tomando en cuenta la diversidad de sus miembros en la base organizacional y el problema de acoplar su desempeño a los propósitos, objetivos y metas fijados por la cúspide, es decir, por los directivos.

Ahora bien, ¿qué pasaría si en lugar de adoptar aunque sea de manera implícita la metáfora del Gobierno monolítico adoptáramos otra metáfora? A disposición tenemos, por lo menos, cuatro metáforas más que, si bien tienen diferencias, tienen en lo fundamental un elemento en común: tratan de dar cuenta de la complejidad organizacional del Gobierno. El menú de opciones metafóricas incluye considerar al gobierno como: a) organización de organizaciones, b) sistema, c) acción pública organizada y d) red interorganizacional.

No voy a entrar aquí a desarrollar cada una de estas metáforas provenientes de los estudios organizacionales. El espacio disponible es insuficiente pues se trata de un contenido que he venido desarrollando en el marco de una asignatura (Análisis Organizacional) de la Maestría en Ciencia Política en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Me basta con dejar apuntada su existencia y pertinencia para hacer análisis más sesudos sobre la acción del gobierno y sobre la eficacia de las políticas públicas.

En términos generales, se trata de metáforas que ven al gobierno formado por varias partes de carácter organizativo, que tienen cierta relativa autonomía, funcionan bajo una doble lógica (en función del todo y del entorno en el que está inserto el gobierno, y en función de su propia dinámica interna de integración de sus partes), cada una de esas partes persigue sus propios intereses, tiene sus propias preferencias y estrategias organizacionales, están formadas por seres humanos (los cuales además de racionalidad tienen subjetividad), negocian y se interrelacionan en términos de poder, tratan de controlar a las otras partes y de lograr preeminencia dentro de toda la organización, etc.

Con lo dicho en el párrafo anterior ya debería quedar claro que las opiniones sobre la gestión gubernamental sustentadas en esta visión diferirán de aquellas basadas en la metáfora del gobierno monolítico. Pero es que además, en el terreno de las políticas públicas, es decir en el de la acción de gobierno en concreto, hay que añadir la intervención de organizaciones no gubernamentales, ya sean lucrativas o no. Éstas también tienen características como las apuntadas y se incorporan a la gestión gubernamental de manera contingente, persiguiendo sus propios intereses e intentando influir en los procesos de toma de decisiones. Algunas veces lo harán cooperativamente y en otras otras lo harán conflictivamente.

¿Cómo entonces entender la responsabilidad del gobierno en la eficacia de las políticas públicas? Pienso que está claro que no tiene la exclusiva responsabilidad ni el gobierno ni su Presidente. Esto lo digo del gobierno en general, de cualquier gobierno. La responsabilidad es compartida por todos los actores involucrados en un ámbito de política pública cualquiera, incluyendo a quienes se oponen. La acción de gobierno es una acción pública organizada, opera como sistema o funciona como red interorganizacional. En este contexto, ningún Presidente es el Mesías y no debería tratárseles mediáticamente como tal.

viernes, 23 de mayo de 2014

Violencia + violencia = Violencia


Elizabeth Fuentes, Departamento de Ciencias Jurídicas
 
“cuanto más delincuentes existan más crímenes existirán, cuanto más crímenes haya más miedo tendrá la población […] La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica porque en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada nuevo día…” Michel Foucault




El incremento en los datos sobre los homicidios en El Salvador es innegable, lamentable y reprochable. La información sobre esos hechos en noticias televisadas, periódicos impresos y digitales y redes sociales ocupa un importante espacio de difusión de los homicidios, los tiroteos y masacres, la noticia de la muerte es el día a día, ya sea por ataques dirigidos o víctimas casuales, que provocan, sin duda, mucha indignación. Y, pese a que en el alza de ese delito pueden converger distintos autores individuales o colectivos y/o grupos ilegales, que no toman en cuenta el sufrimiento de la población, han aparecido voces que toleran las manifestaciones de alguno de ésos grupos, como el de la sombra negra[1]. Se alude a ella como solución ante la “ola de homicidios” aunque se trate de una agrupación delictiva, para que –supuestamente- erradique a otras agrupaciones ilegales. Lógicamente, si se justifica el uso de la violencia de unos grupos para con otros, ello solo provocaría que, además de los crímenes que ya existen, se incrementen más hechos delictivos provenientes de entre los distintos grupos ilegales.

En ese sentido es preocupante cuando de esas voces que toleran determinados grupos ilegales y proponen la pena de muerte como solución provienen de legisladores. Por citar un ejemplo, en una noticia de la Prensa Gráfica, se expresa que el diputado Guillermo Gallegos, apoya a grupos de exterminio como la sombra negra, dicho sea de paso, esa clase agrupaciones están prohibidas en una ley, de la cual, el diputado Gallegos, participó en su discusión y  de su aprobación[2]. Pero, el mencionado legislador además de proponer la pena de muerte como máxima pena, ha expresado en los medios informativos ideas en relación a la sombra negra como estas: "Moralmente yo apoyo este tipo de expresiones porque hay cansancio de la población ante la ola de delincuencia".[3]

Y,  es preocupante  porque si lo justifica un legislador, que como parte de uno de los órganos fundamentales del Estado, sabrá, que el monopolio del ejercicio de la violencia la tiene el Estado y que solo se puede ejercer atendiendo a determinados parámetros constitucionales. Manifestarse sobre una medida como esa, supone promover la venganza privada y, además, del incremento en la tasa de los homicidios, la existencia de grupos de exterminio pinta un escenario en que el solo puede proyectar más violencia y más delitos.

Es verdad que la sociedad estamos cansados de tanta muerte y dolor, de tanto sufrimientos y que todos hemos sido de forma directa o indirecta víctimas, pues ésta afecta a todos de muchas maneras. Pero, el problema es que con ese tipo de manifestaciones discursivas que alientan el uso de más violencia o de la venganza, solamente nos confunde. Y, en la confusión es muy difícil mirar, pensar,  entender el problema de una forma global y la búsqueda de alternativas de solución integrales, distintas a las que han demostrado ser un fracaso, como por ejemplo, insistir en tratar a los menores como adultos, cuando eso-por la propia configuración constitucional- es inviable, la Sala de lo Constitucional ha declarado que es inconstitucional desde 1997[4], o proponer aumento de penas, o la pena de muerte, leyes antimaras u otras, que desde una consideración democrática sobrepasan los límites del derecho de castigar del Estado.

El problema es que seguir discursos populistas que se aprovechan de la angustia, el miedo y el dolor es que acaben por activar las tensiones autoritarias, la venganza privada y  el apoyo a unas formas delictivas que también son violentas y que probablemente contribuirían a elevar  las estadísticas en el alza de los homicidios. Los homicidios no se van a resolver con discursos populistas  -que dispongan estar de acuerdo con unos grupos delictivos respecto de otros, ni proponiendo sanciones o medidas que han fracasado para resolver el problema- ya que solamente  mediáticamente y electoralmente han resultado ser exitosas para obtener réditos políticos. 

En la misma línea es lógico pensar que a la fecha las medidas adoptadas no han funcionado porque son las mismas formas con distintos nombres que se han caracterizado por la represión y la exclusión. No es posible creer que con tratar a los menores de edad como adultos, que haya pena de muerte o más leyes,  la criminalidad y violencia cesará. Las propuestas de medidas que solo tiene efectos mediáticos y electorales no solucionan problemas reales y sirven como un enmascaramiento de la realidad. Leyes existen muchas, pero sigue habiendo impunidad dado, el problema de la criminalidad no es la falta de leyes o penas severas, trasciende a la existencia de las leyes sean éstas justas o injustas. Tampoco hay demasiados medios que contribuyan en la investigación del delito, entro otros, por la insuficiente inversión en recursos humanos, financieros, y tecnológicos para la instancias correspondientes.

Las soluciones por supuesto no son mágicas, ni mucho menos inmediatas, ni pueden ser cortoplacistas, porque tampoco los problemas relacionados al alza de homicidios y el ejercicio de la violencia son novedosos. Así, un “grupo” ilegal no va a resolver el problema de la violencia y la criminalidad que viene de otros actores ilegales, sino servirá para demostrar que no reconoce el Estado ni las leyes de éste.  Por ello, es que reconocer que el problema de la criminalidad y violencia en el país, no es un cuestión de ausencia de leyes, ni de falta de “penas”, nos puede permitir comprender que una “pena mágica” como la pena de muerte o tolerar grupos ilegales no acabará con “el producto cultural, social y mental” que es el delito[5].




[1] Sobre la sombra negra. Véase- Roberto Valencia. La Sombra Negra. El Faro. net. el 26 de abril de 2014 http://www.salanegra.elfaro.net/es/201404/bitacora/15308/  (Consultado 14 de mayo de 2014)
[2] Debates legislativos. Ley de proscripción de maras, pandillas, agrupaciones, asociaciones y organizaciones de naturaleza criminal.  Sesión plenaria del 1 de septiembre de 2010.
[3] Gabriela Melara. “Gallegos apoya a grupos de exterminio por cansancio de población”.  La prensa gráfica 25 de Abril de 2014  http://www.laprensagrafica.com/2014/04/25/gallegos-apoya-a-grupos-de-exterminio-por-cansancio-de-poblacion  (Consultado 14 de mayo de 2014) 
[4] Sentencia de inconstitucionalidad 15-96 –acumulada del 14 de febrero de 1997. También sentencia 52-2003/56-2003/57-2003 del 1 º de abril de 2004.  
[5] Nils Christie, El delito no existe. En Estudios sobre justicia penal. Homenaje al profesor B.J. Maier. Buenos Aires 2005. P.560.

martes, 20 de mayo de 2014

La agenda internacional del presidente electo


Ricardo Ribera, Departamento de Filosofía.
 
La fórmula presidencial del FMLN ya había mostrado su capacidad de saber trabajar como equipo durante la campaña electoral. Lo ha confirmado inmediatamente después del gane del 9 de marzo. Óscar Ortiz se quedaba en el país a cargo del diálogo con los distintos sectores de la vida nacional, mientras Salvador Sánchez Cerén se encargaba de desarrollar una intensa actividad de relaciones internacionales.

Lo primero fue una gira por la región, que lo llevó a visitar cada uno de los países de Centroamérica, Belice y Panamá. Cada uno de sus presidentes fue invitado a la toma de posesión del próximo 1º de junio, ceremonia que se busca cuente con una nutrida representación internacional, tal como lo amerita su importancia histórica y política. Un primer contacto personal entre mandatarios importa para las buenas relaciones entre las naciones hermanas del istmo.

Es de señalar como acierto haber incluido a todos en la ronda de visitas y como éxito la buena recepción obtenida. No podría decirlo el recién electo presidente costarricense, quien se abstuvo de visitar a Daniel Ortega, gobernante de la vecina Nicaragua, debido al contencioso fronterizo entre ambos países en la zona del Río San Juan. En cambio Sánchez Cerén se reunió con su homólogo de Honduras, a pesar del diferendo por la soberanía de la isla Conejo. Por otra parte, y por motivos obvios, el tema no fue incluido en este primer contacto directo.

Había que iniciar con buen pie la relación personal entre ambos estadistas y coincidir en una constructiva posición de principios. Debe buscarse paz y desarrollo para la población cercana al golfo de Fonseca. Para ello es crucial el buen entendimiento de las tres naciones que comparten sus aguas. Es decir, generar la buena disposición y el consenso en que cualquier controversia será dirimida fraternalmente en el marco de la diplomacia y del derecho internacional. Ése era el objetivo y se consiguió.

La gira centroamericana se extendió también a la República Dominicana, país que se suma habitualmente a la región en materia de acuerdos económicos y comerciales. La siguiente visita fue a otra isla caribeña: Cuba. La agenda del presidente electo pasaba a otra etapa, caracterizada por su significación política.

La foto del ex-comandante del FMLN con Raúl Castro, asimismo comandante de la revolución, tiene el simbolismo de la amistad y la solidaridad internacionalista. Las relaciones diplomáticas con Cuba –restablecidas por Mauricio Funes el propio día de su toma de posesión como primer acto de su presidencia – es de prever que se reforzarán y puedan concretarse distintos ámbitos de cooperación.

De la comunista Cuba, directamente, en un salto no carente de audacia, al Vaticano. Allí el recién electo presidente salvadoreño fue recibido en audiencia privada por el Santo Padre. Trascendió que fue un encuentro cordial, en el que se habló de Monseñor Romero y donde el Papa Francisco externó su especial afecto por el pueblo salvadoreño. Recibió la invitación para visitar el país en un próximo futuro. El futuro gobernante extendió su estadía a fin de asistir a la canonización de San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Ello le permitió coincidir con otros mandatarios llegados para la ocasión.

De regreso al país, Salvador Sánchez Cerén se quedó poco tiempo, pues después de participar en el mitin de clausura de la marcha del 1º de mayo, día de los trabajadores, en horas de la tarde partió hacia Venezuela. Acompañado por un grupo de dirigentes del FMLN se hizo presente en actos conmemorativos de la revolución bolivariana. De las reuniones con el presidente Nicolás Maduro trascendió el anuncio de la posible integración de El Salvador en el grupo de países que conforman Petrocaribe. Podría suponer ahorros millonarios en la actual factura petrolera.

Es de esperar un estrechamiento de lazos entre las dos naciones. Criticado y temido por la derecha y sectores oligárquicos, ello no debiera motivar preocupación si se efectúa sin copiar modelos foráneos, manteniendo la independencia nacional y en el marco de una política internacional diversificada. Casi simultáneamente a la visita a la patria de Bolívar se anunció la intención de las nuevas autoridades de viajar asimismo a Estados Unidos.

 Tal visita se concretó, destacándose las reuniones de Sánchez Cerén con el secretario de Estado, John Kerry, y con responsables de la Cuenta del Milenio, de la que se espera se concreten importantes proyectos de desarrollo en la zona costera. Es de destacar el acompañamiento que hizo la embajadora norteamericana, Mari Carmen Aponte, quien viajó especialmente a su país para participar en varias de las actividades del próximo mandatario salvadoreño, brindando su oportuno respaldo.

En resumen, ha sido una intensa actividad la que ha asumido el presidente electo, al igual que su compañero de fórmula, el futuro vicepresidente Óscar Ortiz, las semanas previas a su toma de posesión. No se concedió mayor tiempo al festejo ni al descanso, tras muchos meses de agotadora campaña electoral. Su actitud ha sido de ponerse manos a la obra, desde el primer día, lo cual está a la altura de las graves necesidades que enfrenta el país. Por otro lado, esa frenética actividad se valora como fructífera y bien enrumbada.  Busca reforzar la amplitud y la diversificación de relaciones, aspecto crucial en la escena internacional. Salvador Sánchez Cerén ha dejado la imagen de un auténtico estadista. Es un buen augurio de su futura gestión.

*En el sentido de las agujas del reloj, el Presidente Salvador Sánchez Cerén con su Santidad el Papa Francisco, los presidentes de Venezuela, Cuba, Honduras, Belice y el Secretario de Estado John Kerry. http://www.salvadoryoscar.com/

jueves, 15 de mayo de 2014

El Capitalismo y la producción de vidas desperdiciadas. (196 aniversario de Marx)

Moisés Gómez, Departamento de Filosofía.

Decía Carlos Marx que la violencia es la comadrona de toda vieja sociedad, se refería a un tipo de violencia revolucionaria que en su base tendría un disparador o especie de activador más que suficiente: la enajenación económica. En los Manuscritos Económicos-filosóficos (de 1848) y en El Capital Marx elabora toda esa teoría. Federico Engels, en su Anti-Dühring, consideraba que:


“Son siempre y en todas partes las condiciones económicas y los recursos de poder de que se dispone, los que ayudan a la violencia a triunfar y sin los cuales ésta deja de ser violencia”[1]

Engels criticaba que Dühring creyera que la sola violencia fuera el mal absoluto, olvidando que el lugar y la forma de la violencia están condicionados por su función en el proceso económico. Muy relacionado con el tema de las armas, que tanto preocupan a nuestro país, hay que decir que en la economía se desarrolla un sector específico que magnifica los efectos de la violencia como lo es la tecnología armamentista. Hannah Arendt, una de las grandes filósofas contemporáneas, afirmaba que la violencia siempre necesita herramientas[2], en concreto, armas. Arendt en su análisis político-filosófico de la violencia concluía que la violencia brota donde nuestro sentido de la justicia es burlado y ofendido por la deliberada ausencia de poder político, consecuentemente, la violencia se adueña de los espacios en los que la comunidad política no actúa concertadamente. Recuerdo que hace ya varios años el Instituto de Opinión Pública de la UCA (Iudop) realizó un estudio y entre sus hallazgos concluían que:

“La fuerte presencia de armas en manos de civiles en el país se explica por una conjunción de causas: en primer lugar, por los remanentes de los arsenales utilizados en la guerra que llegaron a manos de civiles; en segundo lugar, por un fuerte comercio legal e ilegal de armas que se facilitó luego de la posguerra; en tercer lugar, por la falta de controles efectivos y estrictos a la importación de armas en años recientes; en cuarto lugar, por una débil acción de las instituciones nacionales relacionadas con su regulación, comercio, control y fiscalización; finalmente, por la existencia de una ética social de la violencia entre amplios sectores de la población, la cual privilegia el uso personal de la violencia como forma de enfrentar las amenazas”[3]
El Salvador ha sido muy desfavorecido por el vacío institucional en la cadena de valor del producto “armas”. Simplemente se ha dejado el negocio de las armas ya sea al mercado legal o peor aún, al mercado negro donde reina el crimen organizado y éste sí tiene la capacidad de decidir quién y para qué se arma…

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia como: 

“el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”[4]

En la conceptualización de la violencia la OMS incluye la violencia interpersonal, el suicidio y los conflictos armados. Desde el punto de vista políticamente correcto de la OMS, el país sufre una epidemia de violencia caracterizada por el alto índice de  muertes violentas: 69.2 por cada 100 mil habitantes. 

La OMS piensa la violencia como el señor Dühring, es decir, como el mal absoluto y considerándola en el altar de la causa original, sin conexión con las condiciones económicas como caldo de cultivo generador de esa violencia. 

Más argumentos sobre la conexión intrínseca entre violencia y economía. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925- ) autor del texto Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias defiende la tesis que afirma que la modernidad capitalista trae consigo una faceta violenta, excluyente, depredadora de la vida humana[5].

En primer lugar nos dice que son producto del diseño, las víctimas surgen a partir del diseño del espacio público; en segundo lugar nos afirma que hay víctimas producto del progreso económico. 

Con la idea de diseño Bauman se refiere a la gestión y administración del espacio geográfico y social y la manera en que se configura para beneficio de unos pocos que se convierten en amos y señores, esencialmente, en arquitectos de la ciudad burguesa. La exclusión social opera aquí a través de la idea de ordenamiento del espacio público.

En segundo lugar la modernidad se distingue de otras épocas por instaurar una nueva estructura económica denominada capitalismo y este tiene su propia ley expresada en el libre mercado y la libre competencia.

Visto el capitalismo en su fase de internacionalización o globalización vemos un avance en la imposición de las condiciones materiales desde un centro hacia la periferia y en ese progreso van quedando personas excluidas, que se convierten en excedentes o residuos no ya por el orden y el diseño de la ciudad, sino por la economía globalizada, lo anterior ha sido constatado también por las Naciones Unidas: la globalización, la estructura y organización social del modelo económico actual han generado una dinámica de exclusión que afecta a todos los ámbitos y escalas de la sociedad, cuatro de cada cinco seres humanos están excluidos[6].
Siguiendo con Bauman, la globalización genera dos tipos de desechos, en primer lugar los productores de las periferias que no pueden competir con sus pares extranjeros, aparece, entonces, el productor fallido al haber sido superado por la eficiencia tecnológica, los productores fallidos quedan como humanos “obsoletos”. En segundo lugar aparece la figura del “consumidor fallido” aquellas mayorías que por sus bajísimos ingresos no son target de ninguna marca o industria, ninguna publicidad se dirige a ellos, no le importan al mercado, no le importan a la ciudad. Son como castrados para la maquinaria consumista. Quedan excluidos del juego del mercado y libre competencia. 

El crimen organizado y no las organizaciones sociales que buscan la emancipación humana, es el que está capitalizando la capacidad de cambio social de toda la gente afectada por la violencia económica. ¿Qué sociedad parirá esta generación? Ni quiero pensar la respuesta, me aterra. Hay dos conclusiones muy importantes para comprender este escenario de violencia que puede ser revolucionaria pero no justa:

1-La motivación del crimen organizado es económica y no política; su objetivo no es tomarse el poder, sino usar el poder para el desarrollo de las economías ilegales.

2-La violencia es una manifestación del crimen organizado (una herramienta) no un fin en sí mismo; su motivación es económica y busca proteger o expandir las actividades ilegales que generan ingresos[7]








[1] Engels, F. Obras filosóficas. Trad. de W. Roces. FCE, México, 1986, p.150.

[2] Arendt, H. Sobre la violencia. Alianza Ed. Madrid, 2006.

[3] Programa de las Naciones Unidas -PNUD- “Armas de fuego y violencia” 2003. En línea en http://bit.ly/RIUuSD  

[4] Organización Mundial de la Salud -OMS- Informe mundial sobre la violencia y la salud, 2002. Pág. 3.

[5] Bauman, Z.: Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Paidós, Buenos Aires, 2005.

[6] Programa de las Naciones Unidas -PNUD-. “Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 1998. Cambiar las pautas actuales de consumo para el Desarrollo Humano del futuro.


[7] Ver Garzón Vergara, J. C. La rebelión de la redes criminales: El crimen organizado en América Latina y las fuerzas que lo modifican 2012. En línea: http://bit.ly/1jpNTSJ

viernes, 2 de mayo de 2014

¿CUÁLES SON LAS FRACTURAS QUE EXPONEN NUESTRA REALIDAD?

Carlos Monterroza, Departamento de Sociología y Ciencias Políticas

Probablemente la fijación en sucesos coyunturales -en especial por su intensa difusión mediática y virtual- no permite reflexionar en perspectiva más amplia la situación de nuestro país. Debo aclarar que no pretendo desmeritar este tipo de análisis porque ayuda a comprender los sucesos inmediatos; aunque resultaría una tarea de más provecho (así como compleja) identificar los asuntos coyunturales como expresiones de fenómenos más estructurales que han configurado la sociedad salvadoreña.

En ese sentido, retomaremos a Lipset y Rokkan (1967) quienes en un texto clásico [1] para la sociología y la ciencia política abordan el tema de las divisiones (denominados como clivajes) existentes en una sociedad, éstas se materializan en conflictos que marcan la vida política de un país. Es evidente que en la línea del tiempo de El Salvador surgieron divisiones que marcaron momentos críticos de nuestra historia: las pugnas entre liberales y conservadores a finales del siglo XIX sobre cambios económicos, políticos e ideológicos, en especial respecto al rol que la iglesia venía configurando desde la colonia [2]. Por otra parte en las primeras décadas del siglo XX estaba la división entre élites terratenientes con los campesinos e indígenas por la distribución y uso de las tierras así como las condiciones laborales que propiciaron fuertes conflictos alcanzando su máxima expresión en el levantamiento de 1932 y la brutal respuesta gubernamental.

Otra división fue sobre el régimen político de corte autoritario que determinó la sociedad salvadoreña por más de cuarenta años y configuró grupos pro-régimen y grupos contra el régimen que estaban aglomerados en movimientos, organizaciones políticas, de profesionales y partidistas. Luego, la guerra (1980-1992) también fue otro momento que marcó fracturas de corte político-ideológico entre los bandos enfrentados con el objetivo que sus posturas se convirtieran en las dominantes, pero las circunstancias internas así como el contexto internacional marcaron las condiciones para el cese del enfrentamiento y la búsqueda de acuerdos.

En ese caso, retomando nuevamente a Lipset y Rokkan (1967) es fundamental remarcar el papel que tienen los acontecimientos históricos al generar cambios reconfigurando las divisiones en una sociedad; por lo tanto los Acuerdos de Paz significaron un realineamiento no solo de la estructura socio-política del país sino que probablemente implicó el surgimiento de otras fracturas (o el impulso de otras ya latentes pero en segundo plano) en la sociedad de la posguerra, entonces aparecen preguntas de rigor: ¿Cuáles son esas fracturas? ¿Cómo se observan?, responder a tales interrogantes supera el objetivo de este breve artículo, pero sí es posible provocar una reflexión en los lectores y las lectoras a razón de ideas muy exploratorias en las siguientes líneas.

Una fractura que podría marcar el contexto actual está vinculada a la división entre la postura secular y la postura religiosa, en específico cuando hay temáticas que reflejan dicha tensión: el aborto y lo que significó el caso de Beatriz; o la diversidad sexual y la expresión de grupos que reivindican sus derechos. Ante tales temas aparece un conjunto de actores que se posicionan según la postura que promuevan: iglesias de diversas denominaciones, fundaciones conservadoras-religiosas, movimientos a favor del aborto, organizaciones en pro de la diversidad sexual, entre otras.

Otra división que podría tomar forma es entre empresarios y trabajadores. En esta fractura aparecen las reivindicaciones laborales, el cumplimiento de los derechos de los trabajadores, así como las posiciones empresariales de maximizar ganancias, obtener nuevas formas de rentabilidad sin implicar aumentar costos o en algunos casos hacer recortes de personal. Los actores que se movilizan bajo este clivaje son los sindicatos, las redes de organizaciones laborales, las gremiales y las mismas empresas. Viene a cuenta el caso del Consejo Económico Social como un espacio generado por la institucionalidad que facilite el encuentro principalmente entre representantes sindicales y empresariales para llegar a acuerdos en temas socio-económicos.

Finalmente una línea divisoria que se debe afinar su conceptualización, pero es evidente su presencia, se trata de quienes están a favor de la tregua y quienes están en contra. Probablemente se deba generalizar el clivaje respecto al enfoque y las políticas de seguridad en el país, pero de fondo existe un entramado de actores grupales e individuales que confronta sus apreciaciones, perspectivas y propuestas de cómo solventar una problemática que es urgente para el país debido a las implicaciones humanas, sociales y económicas que la inseguridad ha generado desde la posguerra. En términos generales parece que resaltan dos bloques o sectores: uno que apela a un tratamiento más represivo de la situación para lograr el orden social; y el otro que promueve mayores mecanismos de prevención e intervención bajo esquemas de seguridad ciudadana, conociendo las distintas aristas del problema.  

Ante estas muestras de posibles fracturas de la sociedad salvadoreña, vale preguntarse si las élites partidarias participan en dichas divisiones y las convierten en parte de su esquema programático como una manera de identificación respecto a sus adversarios políticos sino que también signifique una gestión por los canales políticos-institucionales de los conflictos construidos en esos (como en otros) clivajes sociales. Como menciona Artiga (2001): la traducción política de los clivajes es obra de las élites, aquellos grupos que tienen la capacidad debido a sus posiciones estratégicas en organizaciones de poder, de afectar al sistema político de forma regular [3].

Con esto aparece otro tema conexo: ¿Cuáles son los clivajes que identifican a los partidos políticos en El Salvador? ¿Es solamente la división derecha/izquierda? o solamente se apropian de esa división ideológica para marcar sus distancias, aunque en la práctica tienen arraigo a otras fracturas que no mencionan por preferencias electorales o mantener una imagen específica ante la opinión pública. Tales ideas son insumos para un análisis a profundidad del sistema de partidos salvadoreño.

Referencias

[1] Lipset, S. M., & Rokkan, S. 1967. Cleavage Structures, Party Systems, and Voter Alignments: An Introduction. In S. M. Lipset & S. Rokkan (Eds.), Party Systems and Voter Alignments (pp. 1-64). New York-London: The Free Press-Collier-Macmillan.

[2] Varios (2011). El Salvador: Historia mínima. Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República. El Salvador. Página 41.

[3] Artiga, A (2001). El proceso de estructuración de los actuales sistemas de partidos políticos en Centroamérica. Documento en línea, consultado el 01 de mayo de 2014 en: http://www.uca.edu.sv/mcp/media/archivo/a1d6cc_elprocesodeestructuraciondelosactualessistemasdepartidosenca.pdf