Probablemente la fijación en
sucesos coyunturales -en especial por su intensa difusión mediática y virtual-
no permite reflexionar en perspectiva más amplia la situación de nuestro país.
Debo aclarar que no pretendo desmeritar este tipo de análisis porque ayuda a
comprender los sucesos inmediatos; aunque resultaría una tarea de más provecho
(así como compleja) identificar los asuntos coyunturales como expresiones de
fenómenos más estructurales que han configurado la sociedad salvadoreña.
En ese sentido, retomaremos a
Lipset y Rokkan (1967) quienes en un texto clásico [1] para la sociología y la
ciencia política abordan el tema de las divisiones (denominados como clivajes) existentes en una sociedad,
éstas se materializan en conflictos que marcan la vida política de un país. Es
evidente que en la línea del tiempo de El Salvador surgieron divisiones que
marcaron momentos críticos de nuestra historia: las pugnas entre liberales y
conservadores a finales del siglo XIX sobre cambios económicos, políticos e
ideológicos, en especial respecto al rol que la iglesia venía configurando
desde la colonia [2]. Por otra parte en las primeras décadas del siglo XX
estaba la división entre élites terratenientes con los campesinos e indígenas
por la distribución y uso de las tierras así como las condiciones laborales que
propiciaron fuertes conflictos alcanzando su máxima expresión en el levantamiento
de 1932 y la brutal respuesta gubernamental.
Otra división fue sobre el régimen
político de corte autoritario que determinó la sociedad salvadoreña por más de
cuarenta años y configuró grupos pro-régimen y grupos contra el régimen que
estaban aglomerados en movimientos, organizaciones políticas, de profesionales
y partidistas. Luego, la guerra (1980-1992) también fue otro momento que marcó
fracturas de corte político-ideológico entre los bandos enfrentados con el
objetivo que sus posturas se convirtieran en las dominantes, pero las
circunstancias internas así como el contexto internacional marcaron las
condiciones para el cese del enfrentamiento y la búsqueda de acuerdos.
En ese caso, retomando nuevamente
a Lipset y Rokkan (1967) es fundamental remarcar el papel que tienen los
acontecimientos históricos al generar cambios reconfigurando las divisiones en
una sociedad; por lo tanto los Acuerdos de Paz significaron un realineamiento
no solo de la estructura socio-política del país sino que probablemente implicó
el surgimiento de otras fracturas (o el impulso de otras ya latentes pero en
segundo plano) en la sociedad de la posguerra, entonces aparecen preguntas de
rigor: ¿Cuáles son esas fracturas? ¿Cómo se observan?, responder a tales
interrogantes supera el objetivo de este breve artículo, pero sí es posible
provocar una reflexión en los lectores y las lectoras a razón de ideas muy
exploratorias en las siguientes líneas.
Una fractura que podría marcar el
contexto actual está vinculada a la división entre la postura secular y la
postura religiosa, en específico cuando hay temáticas que reflejan dicha
tensión: el aborto y lo que significó el caso de Beatriz; o la diversidad
sexual y la expresión de grupos que reivindican sus derechos. Ante tales temas aparece
un conjunto de actores que se posicionan según la postura que promuevan:
iglesias de diversas denominaciones, fundaciones conservadoras-religiosas,
movimientos a favor del aborto, organizaciones en pro de la diversidad sexual,
entre otras.
Otra división que podría tomar
forma es entre empresarios y trabajadores. En esta fractura aparecen las
reivindicaciones laborales, el cumplimiento de los derechos de los
trabajadores, así como las posiciones empresariales de maximizar ganancias,
obtener nuevas formas de rentabilidad sin implicar aumentar costos o en algunos
casos hacer recortes de personal. Los actores que se movilizan bajo este
clivaje son los sindicatos, las redes de organizaciones laborales, las
gremiales y las mismas empresas. Viene a cuenta el caso del Consejo Económico
Social como un espacio generado por la institucionalidad que facilite el
encuentro principalmente entre representantes sindicales y empresariales para
llegar a acuerdos en temas socio-económicos.
Finalmente una línea divisoria que
se debe afinar su conceptualización, pero es evidente su presencia, se trata de
quienes están a favor de la tregua y quienes están en contra. Probablemente se
deba generalizar el clivaje respecto al enfoque y las políticas de seguridad en
el país, pero de fondo existe un entramado de actores grupales e individuales
que confronta sus apreciaciones, perspectivas y propuestas de cómo solventar
una problemática que es urgente para el país debido a las implicaciones
humanas, sociales y económicas que la inseguridad ha generado desde la
posguerra. En términos generales parece que resaltan dos bloques o sectores:
uno que apela a un tratamiento más represivo de la situación para lograr el
orden social; y el otro que promueve mayores mecanismos de prevención e
intervención bajo esquemas de seguridad ciudadana, conociendo las distintas
aristas del problema.
Ante estas muestras de posibles
fracturas de la sociedad salvadoreña, vale preguntarse si las élites
partidarias participan en dichas divisiones y las convierten en parte de su
esquema programático como una manera de identificación respecto a sus
adversarios políticos sino que también signifique una gestión por los canales
políticos-institucionales de los conflictos construidos en esos (como en otros)
clivajes sociales. Como menciona Artiga (2001): la traducción política de los
clivajes es obra de las élites, aquellos grupos que tienen la capacidad debido
a sus posiciones estratégicas en organizaciones de poder, de afectar al sistema
político de forma regular [3].
Con esto aparece otro tema conexo:
¿Cuáles son los clivajes que identifican a los partidos políticos en El
Salvador? ¿Es solamente la división derecha/izquierda? o solamente se apropian
de esa división ideológica para marcar sus distancias, aunque en la práctica
tienen arraigo a otras fracturas que no mencionan por preferencias electorales
o mantener una imagen específica ante la opinión pública. Tales ideas son
insumos para un análisis a profundidad del sistema de partidos salvadoreño.
Referencias
[1]
Lipset, S. M., & Rokkan, S. 1967. Cleavage Structures, Party Systems, and
Voter Alignments: An Introduction. In S. M. Lipset & S. Rokkan (Eds.),
Party Systems and Voter Alignments (pp. 1-64). New
York-London: The Free Press-Collier-Macmillan.
[2] Varios (2011). El Salvador:
Historia mínima. Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República. El
Salvador. Página 41.
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