POLÍTICA DE USO

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viernes, 2 de mayo de 2014

¿CUÁLES SON LAS FRACTURAS QUE EXPONEN NUESTRA REALIDAD?

Carlos Monterroza, Departamento de Sociología y Ciencias Políticas

Probablemente la fijación en sucesos coyunturales -en especial por su intensa difusión mediática y virtual- no permite reflexionar en perspectiva más amplia la situación de nuestro país. Debo aclarar que no pretendo desmeritar este tipo de análisis porque ayuda a comprender los sucesos inmediatos; aunque resultaría una tarea de más provecho (así como compleja) identificar los asuntos coyunturales como expresiones de fenómenos más estructurales que han configurado la sociedad salvadoreña.

En ese sentido, retomaremos a Lipset y Rokkan (1967) quienes en un texto clásico [1] para la sociología y la ciencia política abordan el tema de las divisiones (denominados como clivajes) existentes en una sociedad, éstas se materializan en conflictos que marcan la vida política de un país. Es evidente que en la línea del tiempo de El Salvador surgieron divisiones que marcaron momentos críticos de nuestra historia: las pugnas entre liberales y conservadores a finales del siglo XIX sobre cambios económicos, políticos e ideológicos, en especial respecto al rol que la iglesia venía configurando desde la colonia [2]. Por otra parte en las primeras décadas del siglo XX estaba la división entre élites terratenientes con los campesinos e indígenas por la distribución y uso de las tierras así como las condiciones laborales que propiciaron fuertes conflictos alcanzando su máxima expresión en el levantamiento de 1932 y la brutal respuesta gubernamental.

Otra división fue sobre el régimen político de corte autoritario que determinó la sociedad salvadoreña por más de cuarenta años y configuró grupos pro-régimen y grupos contra el régimen que estaban aglomerados en movimientos, organizaciones políticas, de profesionales y partidistas. Luego, la guerra (1980-1992) también fue otro momento que marcó fracturas de corte político-ideológico entre los bandos enfrentados con el objetivo que sus posturas se convirtieran en las dominantes, pero las circunstancias internas así como el contexto internacional marcaron las condiciones para el cese del enfrentamiento y la búsqueda de acuerdos.

En ese caso, retomando nuevamente a Lipset y Rokkan (1967) es fundamental remarcar el papel que tienen los acontecimientos históricos al generar cambios reconfigurando las divisiones en una sociedad; por lo tanto los Acuerdos de Paz significaron un realineamiento no solo de la estructura socio-política del país sino que probablemente implicó el surgimiento de otras fracturas (o el impulso de otras ya latentes pero en segundo plano) en la sociedad de la posguerra, entonces aparecen preguntas de rigor: ¿Cuáles son esas fracturas? ¿Cómo se observan?, responder a tales interrogantes supera el objetivo de este breve artículo, pero sí es posible provocar una reflexión en los lectores y las lectoras a razón de ideas muy exploratorias en las siguientes líneas.

Una fractura que podría marcar el contexto actual está vinculada a la división entre la postura secular y la postura religiosa, en específico cuando hay temáticas que reflejan dicha tensión: el aborto y lo que significó el caso de Beatriz; o la diversidad sexual y la expresión de grupos que reivindican sus derechos. Ante tales temas aparece un conjunto de actores que se posicionan según la postura que promuevan: iglesias de diversas denominaciones, fundaciones conservadoras-religiosas, movimientos a favor del aborto, organizaciones en pro de la diversidad sexual, entre otras.

Otra división que podría tomar forma es entre empresarios y trabajadores. En esta fractura aparecen las reivindicaciones laborales, el cumplimiento de los derechos de los trabajadores, así como las posiciones empresariales de maximizar ganancias, obtener nuevas formas de rentabilidad sin implicar aumentar costos o en algunos casos hacer recortes de personal. Los actores que se movilizan bajo este clivaje son los sindicatos, las redes de organizaciones laborales, las gremiales y las mismas empresas. Viene a cuenta el caso del Consejo Económico Social como un espacio generado por la institucionalidad que facilite el encuentro principalmente entre representantes sindicales y empresariales para llegar a acuerdos en temas socio-económicos.

Finalmente una línea divisoria que se debe afinar su conceptualización, pero es evidente su presencia, se trata de quienes están a favor de la tregua y quienes están en contra. Probablemente se deba generalizar el clivaje respecto al enfoque y las políticas de seguridad en el país, pero de fondo existe un entramado de actores grupales e individuales que confronta sus apreciaciones, perspectivas y propuestas de cómo solventar una problemática que es urgente para el país debido a las implicaciones humanas, sociales y económicas que la inseguridad ha generado desde la posguerra. En términos generales parece que resaltan dos bloques o sectores: uno que apela a un tratamiento más represivo de la situación para lograr el orden social; y el otro que promueve mayores mecanismos de prevención e intervención bajo esquemas de seguridad ciudadana, conociendo las distintas aristas del problema.  

Ante estas muestras de posibles fracturas de la sociedad salvadoreña, vale preguntarse si las élites partidarias participan en dichas divisiones y las convierten en parte de su esquema programático como una manera de identificación respecto a sus adversarios políticos sino que también signifique una gestión por los canales políticos-institucionales de los conflictos construidos en esos (como en otros) clivajes sociales. Como menciona Artiga (2001): la traducción política de los clivajes es obra de las élites, aquellos grupos que tienen la capacidad debido a sus posiciones estratégicas en organizaciones de poder, de afectar al sistema político de forma regular [3].

Con esto aparece otro tema conexo: ¿Cuáles son los clivajes que identifican a los partidos políticos en El Salvador? ¿Es solamente la división derecha/izquierda? o solamente se apropian de esa división ideológica para marcar sus distancias, aunque en la práctica tienen arraigo a otras fracturas que no mencionan por preferencias electorales o mantener una imagen específica ante la opinión pública. Tales ideas son insumos para un análisis a profundidad del sistema de partidos salvadoreño.

Referencias

[1] Lipset, S. M., & Rokkan, S. 1967. Cleavage Structures, Party Systems, and Voter Alignments: An Introduction. In S. M. Lipset & S. Rokkan (Eds.), Party Systems and Voter Alignments (pp. 1-64). New York-London: The Free Press-Collier-Macmillan.

[2] Varios (2011). El Salvador: Historia mínima. Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República. El Salvador. Página 41.

[3] Artiga, A (2001). El proceso de estructuración de los actuales sistemas de partidos políticos en Centroamérica. Documento en línea, consultado el 01 de mayo de 2014 en: http://www.uca.edu.sv/mcp/media/archivo/a1d6cc_elprocesodeestructuraciondelosactualessistemasdepartidosenca.pdf

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