POLÍTICA DE USO

La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y la Maestría en Ciencia Política no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los autores, las cuales son de su exclusiva responsabilidad.

jueves, 15 de mayo de 2014

El Capitalismo y la producción de vidas desperdiciadas. (196 aniversario de Marx)

Moisés Gómez, Departamento de Filosofía.

Decía Carlos Marx que la violencia es la comadrona de toda vieja sociedad, se refería a un tipo de violencia revolucionaria que en su base tendría un disparador o especie de activador más que suficiente: la enajenación económica. En los Manuscritos Económicos-filosóficos (de 1848) y en El Capital Marx elabora toda esa teoría. Federico Engels, en su Anti-Dühring, consideraba que:


“Son siempre y en todas partes las condiciones económicas y los recursos de poder de que se dispone, los que ayudan a la violencia a triunfar y sin los cuales ésta deja de ser violencia”[1]

Engels criticaba que Dühring creyera que la sola violencia fuera el mal absoluto, olvidando que el lugar y la forma de la violencia están condicionados por su función en el proceso económico. Muy relacionado con el tema de las armas, que tanto preocupan a nuestro país, hay que decir que en la economía se desarrolla un sector específico que magnifica los efectos de la violencia como lo es la tecnología armamentista. Hannah Arendt, una de las grandes filósofas contemporáneas, afirmaba que la violencia siempre necesita herramientas[2], en concreto, armas. Arendt en su análisis político-filosófico de la violencia concluía que la violencia brota donde nuestro sentido de la justicia es burlado y ofendido por la deliberada ausencia de poder político, consecuentemente, la violencia se adueña de los espacios en los que la comunidad política no actúa concertadamente. Recuerdo que hace ya varios años el Instituto de Opinión Pública de la UCA (Iudop) realizó un estudio y entre sus hallazgos concluían que:

“La fuerte presencia de armas en manos de civiles en el país se explica por una conjunción de causas: en primer lugar, por los remanentes de los arsenales utilizados en la guerra que llegaron a manos de civiles; en segundo lugar, por un fuerte comercio legal e ilegal de armas que se facilitó luego de la posguerra; en tercer lugar, por la falta de controles efectivos y estrictos a la importación de armas en años recientes; en cuarto lugar, por una débil acción de las instituciones nacionales relacionadas con su regulación, comercio, control y fiscalización; finalmente, por la existencia de una ética social de la violencia entre amplios sectores de la población, la cual privilegia el uso personal de la violencia como forma de enfrentar las amenazas”[3]
El Salvador ha sido muy desfavorecido por el vacío institucional en la cadena de valor del producto “armas”. Simplemente se ha dejado el negocio de las armas ya sea al mercado legal o peor aún, al mercado negro donde reina el crimen organizado y éste sí tiene la capacidad de decidir quién y para qué se arma…

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia como: 

“el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”[4]

En la conceptualización de la violencia la OMS incluye la violencia interpersonal, el suicidio y los conflictos armados. Desde el punto de vista políticamente correcto de la OMS, el país sufre una epidemia de violencia caracterizada por el alto índice de  muertes violentas: 69.2 por cada 100 mil habitantes. 

La OMS piensa la violencia como el señor Dühring, es decir, como el mal absoluto y considerándola en el altar de la causa original, sin conexión con las condiciones económicas como caldo de cultivo generador de esa violencia. 

Más argumentos sobre la conexión intrínseca entre violencia y economía. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925- ) autor del texto Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias defiende la tesis que afirma que la modernidad capitalista trae consigo una faceta violenta, excluyente, depredadora de la vida humana[5].

En primer lugar nos dice que son producto del diseño, las víctimas surgen a partir del diseño del espacio público; en segundo lugar nos afirma que hay víctimas producto del progreso económico. 

Con la idea de diseño Bauman se refiere a la gestión y administración del espacio geográfico y social y la manera en que se configura para beneficio de unos pocos que se convierten en amos y señores, esencialmente, en arquitectos de la ciudad burguesa. La exclusión social opera aquí a través de la idea de ordenamiento del espacio público.

En segundo lugar la modernidad se distingue de otras épocas por instaurar una nueva estructura económica denominada capitalismo y este tiene su propia ley expresada en el libre mercado y la libre competencia.

Visto el capitalismo en su fase de internacionalización o globalización vemos un avance en la imposición de las condiciones materiales desde un centro hacia la periferia y en ese progreso van quedando personas excluidas, que se convierten en excedentes o residuos no ya por el orden y el diseño de la ciudad, sino por la economía globalizada, lo anterior ha sido constatado también por las Naciones Unidas: la globalización, la estructura y organización social del modelo económico actual han generado una dinámica de exclusión que afecta a todos los ámbitos y escalas de la sociedad, cuatro de cada cinco seres humanos están excluidos[6].
Siguiendo con Bauman, la globalización genera dos tipos de desechos, en primer lugar los productores de las periferias que no pueden competir con sus pares extranjeros, aparece, entonces, el productor fallido al haber sido superado por la eficiencia tecnológica, los productores fallidos quedan como humanos “obsoletos”. En segundo lugar aparece la figura del “consumidor fallido” aquellas mayorías que por sus bajísimos ingresos no son target de ninguna marca o industria, ninguna publicidad se dirige a ellos, no le importan al mercado, no le importan a la ciudad. Son como castrados para la maquinaria consumista. Quedan excluidos del juego del mercado y libre competencia. 

El crimen organizado y no las organizaciones sociales que buscan la emancipación humana, es el que está capitalizando la capacidad de cambio social de toda la gente afectada por la violencia económica. ¿Qué sociedad parirá esta generación? Ni quiero pensar la respuesta, me aterra. Hay dos conclusiones muy importantes para comprender este escenario de violencia que puede ser revolucionaria pero no justa:

1-La motivación del crimen organizado es económica y no política; su objetivo no es tomarse el poder, sino usar el poder para el desarrollo de las economías ilegales.

2-La violencia es una manifestación del crimen organizado (una herramienta) no un fin en sí mismo; su motivación es económica y busca proteger o expandir las actividades ilegales que generan ingresos[7]








[1] Engels, F. Obras filosóficas. Trad. de W. Roces. FCE, México, 1986, p.150.

[2] Arendt, H. Sobre la violencia. Alianza Ed. Madrid, 2006.

[3] Programa de las Naciones Unidas -PNUD- “Armas de fuego y violencia” 2003. En línea en http://bit.ly/RIUuSD  

[4] Organización Mundial de la Salud -OMS- Informe mundial sobre la violencia y la salud, 2002. Pág. 3.

[5] Bauman, Z.: Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Paidós, Buenos Aires, 2005.

[6] Programa de las Naciones Unidas -PNUD-. “Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 1998. Cambiar las pautas actuales de consumo para el Desarrollo Humano del futuro.


[7] Ver Garzón Vergara, J. C. La rebelión de la redes criminales: El crimen organizado en América Latina y las fuerzas que lo modifican 2012. En línea: http://bit.ly/1jpNTSJ

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