POLÍTICA DE USO

La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y la Maestría en Ciencia Política no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los autores, las cuales son de su exclusiva responsabilidad.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Para entender la responsabilidad del Gobierno en las políticas públicas…

Álvaro Artiga-González

Estamos a unos días para que el Presidente electo, Salvador Sánchez Cerén, tome posesión de su cargo. El Presidente saliente Mauricio Funes Cartagena le entregará la banda presidencial en una ceremonia civilmente religiosa. Miles de personas estarán pendientes de dicho evento a tener lugar en el Centro Internacional de Ferias y Convenciones ubicado en San Salvador. Al mismo han sido invitados representantes de diversos gobiernos. En medio del ciclo electoral 2012-2015 la organización de dicho evento no podía dejar de ser cuestionada por la oposición. El primer flanco de las críticas fue el presupuesto originalmente estimado dadas las necesidades que tiene el gobierno de reducir sus gastos.

La semana anterior a la toma de posesión ha estado llena de análisis sobre la gestión del Presidente saliente. En las diversas entrevistas matutinas y vespertinas, en radio y televisión, han desfilado los llamados “analistas” para dar sus opiniones sobre los logros y fracasos en materia de seguridad, economía, salud, educación, etc. Los medios de comunicación digitales también han estado llenos de opiniones, ya sea como editoriales o ya sea en forma de comentarios, a favor o en contra de lo “hecho por el Presidente” y de los desafíos para el nuevo gobierno.

Si ponemos atención a lo que se ha dicho y a lo que se dirá en los próximos días sobre estos asuntos, veremos que hay una tendencia a personalizar la política y las políticas públicas. Con esta tendencia casi se confunde al Presidente con el Ejecutivo, a la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa con la misma Asamblea, y a los Magistrados de la Corta Suprema de Justicia, con la Corte toda. Lo mismo pasa cuando se habla del Fiscal General de la República en términos equivalentes a la Fiscalía y al Presidente de la Corte de Cuentas de la República como la Corte de Cuentas, etc. Los miembros Titulares de las organizaciones se confunden con las organizaciones, a las que comúnmente se les llama instituciones de gobierno.

A la confusión mencionada se le agrega el recurso a una metáfora: la del gobierno monolítico. Un gobierno que es homogéneo como si no estuviera constituido organizacionalmente por varias organizaciones, cada una de las cuales tiene en su interior varias unidades y subunidades. Según la visión monolítica del gobierno, su eficacia estaría dependiendo de un principio de organización jerárquico según el cual las decisiones tomadas en la cúspide de la estructura gubernamental son puestas en práctica por los niveles operarios. En esta visión, el Gabinete —integrado por el Presidente y sus Ministros y Ministras— conformaría el estamento político del Gobierno mientras que los empleados públicos serían el personal administrativo del mismo. Aquéllos deciden con criterio político, éstos ejecutan con criterios técnicos. Si hay problemas de eficacia, es decir, si no se logran los propósitos, objetivos y metas, ello se podría atribuir a una falta de claridad en los mismos o a un problema en la transmisión de las órdenes a lo largo de la cadena de mando. Para nada se considera que se trate de un problema de coordinación interorganizacional y de integración intraorganizacional. Mucho menos se está tomando en cuenta la diversidad de sus miembros en la base organizacional y el problema de acoplar su desempeño a los propósitos, objetivos y metas fijados por la cúspide, es decir, por los directivos.

Ahora bien, ¿qué pasaría si en lugar de adoptar aunque sea de manera implícita la metáfora del Gobierno monolítico adoptáramos otra metáfora? A disposición tenemos, por lo menos, cuatro metáforas más que, si bien tienen diferencias, tienen en lo fundamental un elemento en común: tratan de dar cuenta de la complejidad organizacional del Gobierno. El menú de opciones metafóricas incluye considerar al gobierno como: a) organización de organizaciones, b) sistema, c) acción pública organizada y d) red interorganizacional.

No voy a entrar aquí a desarrollar cada una de estas metáforas provenientes de los estudios organizacionales. El espacio disponible es insuficiente pues se trata de un contenido que he venido desarrollando en el marco de una asignatura (Análisis Organizacional) de la Maestría en Ciencia Política en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Me basta con dejar apuntada su existencia y pertinencia para hacer análisis más sesudos sobre la acción del gobierno y sobre la eficacia de las políticas públicas.

En términos generales, se trata de metáforas que ven al gobierno formado por varias partes de carácter organizativo, que tienen cierta relativa autonomía, funcionan bajo una doble lógica (en función del todo y del entorno en el que está inserto el gobierno, y en función de su propia dinámica interna de integración de sus partes), cada una de esas partes persigue sus propios intereses, tiene sus propias preferencias y estrategias organizacionales, están formadas por seres humanos (los cuales además de racionalidad tienen subjetividad), negocian y se interrelacionan en términos de poder, tratan de controlar a las otras partes y de lograr preeminencia dentro de toda la organización, etc.

Con lo dicho en el párrafo anterior ya debería quedar claro que las opiniones sobre la gestión gubernamental sustentadas en esta visión diferirán de aquellas basadas en la metáfora del gobierno monolítico. Pero es que además, en el terreno de las políticas públicas, es decir en el de la acción de gobierno en concreto, hay que añadir la intervención de organizaciones no gubernamentales, ya sean lucrativas o no. Éstas también tienen características como las apuntadas y se incorporan a la gestión gubernamental de manera contingente, persiguiendo sus propios intereses e intentando influir en los procesos de toma de decisiones. Algunas veces lo harán cooperativamente y en otras otras lo harán conflictivamente.

¿Cómo entonces entender la responsabilidad del gobierno en la eficacia de las políticas públicas? Pienso que está claro que no tiene la exclusiva responsabilidad ni el gobierno ni su Presidente. Esto lo digo del gobierno en general, de cualquier gobierno. La responsabilidad es compartida por todos los actores involucrados en un ámbito de política pública cualquiera, incluyendo a quienes se oponen. La acción de gobierno es una acción pública organizada, opera como sistema o funciona como red interorganizacional. En este contexto, ningún Presidente es el Mesías y no debería tratárseles mediáticamente como tal.

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