Elizabeth Fuentes, Departamento de Ciencias Jurídicas
“cuanto más delincuentes existan más crímenes
existirán, cuanto más crímenes haya más miedo tendrá la población […] La
existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones
de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica porque en los
periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin
ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase
de una novedad en cada nuevo día…” Michel
Foucault
El incremento en los datos sobre los homicidios en El
Salvador es innegable, lamentable y reprochable. La información sobre esos
hechos en noticias televisadas, periódicos impresos y digitales y redes
sociales ocupa un importante espacio de difusión de los homicidios, los
tiroteos y masacres, la noticia de la muerte es el día a día, ya sea por
ataques dirigidos o víctimas casuales, que provocan, sin duda, mucha
indignación. Y, pese a que en el alza de ese delito pueden converger distintos
autores individuales o colectivos y/o grupos ilegales, que no toman en cuenta
el sufrimiento de la población, han aparecido voces que toleran las
manifestaciones de alguno de ésos grupos, como el de la sombra negra[1].
Se alude a ella como solución ante la “ola de homicidios” aunque se trate de
una agrupación delictiva, para que –supuestamente- erradique a otras
agrupaciones ilegales. Lógicamente, si se justifica el uso de la violencia de
unos grupos para con otros, ello solo provocaría que, además de los crímenes
que ya existen, se incrementen más hechos delictivos provenientes de entre los
distintos grupos ilegales.
En ese sentido es preocupante cuando de esas voces que
toleran determinados grupos ilegales y proponen la pena de muerte como solución
provienen de legisladores. Por citar un ejemplo, en una noticia de la Prensa Gráfica, se
expresa que el diputado Guillermo Gallegos, apoya a grupos de exterminio como
la sombra negra, dicho sea de paso,
esa clase agrupaciones están prohibidas en una ley, de la cual, el diputado
Gallegos, participó en su discusión y de
su aprobación[2].
Pero, el mencionado legislador además de proponer la pena de muerte como máxima
pena, ha expresado en los medios informativos ideas en relación a la sombra
negra como estas: "Moralmente yo
apoyo este tipo de expresiones porque hay cansancio de la población ante la ola
de delincuencia".[3]
Y, es preocupante porque si lo justifica un legislador, que como
parte de uno de los órganos fundamentales del Estado, sabrá, que el monopolio
del ejercicio de la violencia la tiene el Estado y que solo se puede ejercer
atendiendo a determinados parámetros constitucionales. Manifestarse sobre una
medida como esa, supone promover la venganza privada y, además, del incremento
en la tasa de los homicidios, la existencia de grupos de exterminio pinta un
escenario en que el solo puede proyectar más violencia y más delitos.
Es verdad que la sociedad estamos cansados de tanta
muerte y dolor, de tanto sufrimientos y que todos hemos sido de forma directa o
indirecta víctimas, pues ésta afecta a todos de muchas maneras. Pero, el
problema es que con ese tipo de manifestaciones discursivas que alientan el uso
de más violencia o de la venganza, solamente nos confunde. Y, en la confusión
es muy difícil mirar, pensar, entender
el problema de una forma global y la búsqueda de alternativas de solución integrales,
distintas a las que han demostrado ser un fracaso, como por ejemplo, insistir
en tratar a los menores como adultos, cuando eso-por la propia configuración
constitucional- es inviable, la Sala de lo Constitucional ha declarado que es
inconstitucional desde 1997[4], o proponer
aumento de penas, o la pena de muerte, leyes antimaras u otras, que desde una consideración
democrática sobrepasan los límites del derecho de castigar del Estado.
El problema es que seguir discursos populistas que se
aprovechan de la angustia, el miedo y el dolor es que acaben por activar las
tensiones autoritarias, la venganza privada y
el apoyo a unas formas delictivas que también son violentas y que
probablemente contribuirían a elevar las
estadísticas en el alza de los homicidios. Los homicidios no se van a resolver con
discursos populistas -que dispongan
estar de acuerdo con unos grupos delictivos respecto de otros, ni proponiendo
sanciones o medidas que han fracasado para resolver el problema- ya que
solamente mediáticamente y
electoralmente han resultado ser exitosas para obtener réditos políticos.
En la misma línea es lógico pensar que a la fecha las
medidas adoptadas no han funcionado porque son las mismas formas con distintos
nombres que se han caracterizado por la represión y la exclusión. No es posible
creer que con tratar a los menores de edad como adultos, que haya pena de muerte
o más leyes, la criminalidad y violencia
cesará. Las propuestas de medidas que solo tiene efectos mediáticos y
electorales no solucionan problemas reales y sirven como un enmascaramiento de
la realidad. Leyes existen muchas, pero sigue habiendo impunidad dado, el
problema de la criminalidad no es la falta de leyes o penas severas, trasciende
a la existencia de las leyes sean éstas justas o injustas. Tampoco hay
demasiados medios que contribuyan en la investigación del delito, entro otros,
por la insuficiente inversión en recursos humanos, financieros, y tecnológicos
para la instancias correspondientes.
Las soluciones por supuesto no son mágicas, ni mucho
menos inmediatas, ni pueden ser cortoplacistas, porque tampoco los problemas
relacionados al alza de homicidios y el ejercicio de la violencia son
novedosos. Así, un “grupo” ilegal no va a resolver el problema de la violencia
y la criminalidad que viene de otros actores ilegales, sino servirá para
demostrar que no reconoce el Estado ni las leyes de éste. Por ello, es que reconocer que el problema de
la criminalidad y violencia en el país, no es un cuestión de ausencia de leyes,
ni de falta de “penas”, nos puede permitir comprender que una “pena mágica” como
la pena de muerte o tolerar grupos ilegales no acabará con “el producto
cultural, social y mental” que es el delito[5].
[1] Sobre la sombra negra. Véase- Roberto Valencia. La Sombra Negra. El
Faro. net. el 26 de abril de 2014 http://www.salanegra.elfaro.net/es/201404/bitacora/15308/ (Consultado 14
de mayo de 2014)
[2] Debates legislativos. Ley de proscripción de maras,
pandillas, agrupaciones, asociaciones y organizaciones de naturaleza
criminal. Sesión plenaria del 1 de
septiembre de 2010.
[3] Gabriela Melara.
“Gallegos apoya a grupos de exterminio por cansancio de población”. La prensa gráfica 25 de Abril de 2014 http://www.laprensagrafica.com/2014/04/25/gallegos-apoya-a-grupos-de-exterminio-por-cansancio-de-poblacion (Consultado 14 de mayo de 2014)
[4] Sentencia de inconstitucionalidad 15-96 –acumulada del 14
de febrero de 1997. También sentencia 52-2003/56-2003/57-2003 del 1 º de abril
de 2004.
[5] Nils Christie, El delito no existe. En Estudios sobre
justicia penal. Homenaje al profesor B.J. Maier. Buenos Aires 2005. P.560.
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