POLÍTICA DE USO

La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y la Maestría en Ciencia Política no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los autores, las cuales son de su exclusiva responsabilidad.

viernes, 23 de mayo de 2014

Violencia + violencia = Violencia


Elizabeth Fuentes, Departamento de Ciencias Jurídicas
 
“cuanto más delincuentes existan más crímenes existirán, cuanto más crímenes haya más miedo tendrá la población […] La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica porque en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada nuevo día…” Michel Foucault




El incremento en los datos sobre los homicidios en El Salvador es innegable, lamentable y reprochable. La información sobre esos hechos en noticias televisadas, periódicos impresos y digitales y redes sociales ocupa un importante espacio de difusión de los homicidios, los tiroteos y masacres, la noticia de la muerte es el día a día, ya sea por ataques dirigidos o víctimas casuales, que provocan, sin duda, mucha indignación. Y, pese a que en el alza de ese delito pueden converger distintos autores individuales o colectivos y/o grupos ilegales, que no toman en cuenta el sufrimiento de la población, han aparecido voces que toleran las manifestaciones de alguno de ésos grupos, como el de la sombra negra[1]. Se alude a ella como solución ante la “ola de homicidios” aunque se trate de una agrupación delictiva, para que –supuestamente- erradique a otras agrupaciones ilegales. Lógicamente, si se justifica el uso de la violencia de unos grupos para con otros, ello solo provocaría que, además de los crímenes que ya existen, se incrementen más hechos delictivos provenientes de entre los distintos grupos ilegales.

En ese sentido es preocupante cuando de esas voces que toleran determinados grupos ilegales y proponen la pena de muerte como solución provienen de legisladores. Por citar un ejemplo, en una noticia de la Prensa Gráfica, se expresa que el diputado Guillermo Gallegos, apoya a grupos de exterminio como la sombra negra, dicho sea de paso, esa clase agrupaciones están prohibidas en una ley, de la cual, el diputado Gallegos, participó en su discusión y  de su aprobación[2]. Pero, el mencionado legislador además de proponer la pena de muerte como máxima pena, ha expresado en los medios informativos ideas en relación a la sombra negra como estas: "Moralmente yo apoyo este tipo de expresiones porque hay cansancio de la población ante la ola de delincuencia".[3]

Y,  es preocupante  porque si lo justifica un legislador, que como parte de uno de los órganos fundamentales del Estado, sabrá, que el monopolio del ejercicio de la violencia la tiene el Estado y que solo se puede ejercer atendiendo a determinados parámetros constitucionales. Manifestarse sobre una medida como esa, supone promover la venganza privada y, además, del incremento en la tasa de los homicidios, la existencia de grupos de exterminio pinta un escenario en que el solo puede proyectar más violencia y más delitos.

Es verdad que la sociedad estamos cansados de tanta muerte y dolor, de tanto sufrimientos y que todos hemos sido de forma directa o indirecta víctimas, pues ésta afecta a todos de muchas maneras. Pero, el problema es que con ese tipo de manifestaciones discursivas que alientan el uso de más violencia o de la venganza, solamente nos confunde. Y, en la confusión es muy difícil mirar, pensar,  entender el problema de una forma global y la búsqueda de alternativas de solución integrales, distintas a las que han demostrado ser un fracaso, como por ejemplo, insistir en tratar a los menores como adultos, cuando eso-por la propia configuración constitucional- es inviable, la Sala de lo Constitucional ha declarado que es inconstitucional desde 1997[4], o proponer aumento de penas, o la pena de muerte, leyes antimaras u otras, que desde una consideración democrática sobrepasan los límites del derecho de castigar del Estado.

El problema es que seguir discursos populistas que se aprovechan de la angustia, el miedo y el dolor es que acaben por activar las tensiones autoritarias, la venganza privada y  el apoyo a unas formas delictivas que también son violentas y que probablemente contribuirían a elevar  las estadísticas en el alza de los homicidios. Los homicidios no se van a resolver con discursos populistas  -que dispongan estar de acuerdo con unos grupos delictivos respecto de otros, ni proponiendo sanciones o medidas que han fracasado para resolver el problema- ya que solamente  mediáticamente y electoralmente han resultado ser exitosas para obtener réditos políticos. 

En la misma línea es lógico pensar que a la fecha las medidas adoptadas no han funcionado porque son las mismas formas con distintos nombres que se han caracterizado por la represión y la exclusión. No es posible creer que con tratar a los menores de edad como adultos, que haya pena de muerte o más leyes,  la criminalidad y violencia cesará. Las propuestas de medidas que solo tiene efectos mediáticos y electorales no solucionan problemas reales y sirven como un enmascaramiento de la realidad. Leyes existen muchas, pero sigue habiendo impunidad dado, el problema de la criminalidad no es la falta de leyes o penas severas, trasciende a la existencia de las leyes sean éstas justas o injustas. Tampoco hay demasiados medios que contribuyan en la investigación del delito, entro otros, por la insuficiente inversión en recursos humanos, financieros, y tecnológicos para la instancias correspondientes.

Las soluciones por supuesto no son mágicas, ni mucho menos inmediatas, ni pueden ser cortoplacistas, porque tampoco los problemas relacionados al alza de homicidios y el ejercicio de la violencia son novedosos. Así, un “grupo” ilegal no va a resolver el problema de la violencia y la criminalidad que viene de otros actores ilegales, sino servirá para demostrar que no reconoce el Estado ni las leyes de éste.  Por ello, es que reconocer que el problema de la criminalidad y violencia en el país, no es un cuestión de ausencia de leyes, ni de falta de “penas”, nos puede permitir comprender que una “pena mágica” como la pena de muerte o tolerar grupos ilegales no acabará con “el producto cultural, social y mental” que es el delito[5].




[1] Sobre la sombra negra. Véase- Roberto Valencia. La Sombra Negra. El Faro. net. el 26 de abril de 2014 http://www.salanegra.elfaro.net/es/201404/bitacora/15308/  (Consultado 14 de mayo de 2014)
[2] Debates legislativos. Ley de proscripción de maras, pandillas, agrupaciones, asociaciones y organizaciones de naturaleza criminal.  Sesión plenaria del 1 de septiembre de 2010.
[3] Gabriela Melara. “Gallegos apoya a grupos de exterminio por cansancio de población”.  La prensa gráfica 25 de Abril de 2014  http://www.laprensagrafica.com/2014/04/25/gallegos-apoya-a-grupos-de-exterminio-por-cansancio-de-poblacion  (Consultado 14 de mayo de 2014) 
[4] Sentencia de inconstitucionalidad 15-96 –acumulada del 14 de febrero de 1997. También sentencia 52-2003/56-2003/57-2003 del 1 º de abril de 2004.  
[5] Nils Christie, El delito no existe. En Estudios sobre justicia penal. Homenaje al profesor B.J. Maier. Buenos Aires 2005. P.560.

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